sábado, 17 de marzo de 2018


Balance: vuelta tras petición de oreja y dos orejas
Ganadería: Garcigrande
Zambombazo en toda regla. De no coger en Babia al presidente el impresionante despliegue poncista en el toro que abrió plaza, estaríamos hablando de un paso triunfal de al menos tres y probablemente de hasta cuatro orejas del maestro por la feria de su tierra. Ponce llevaba unos días barruntando un rabo en Valencia y a fe que estuvo a punto de lograrlo, porque la faena al quinto fue de rabo.

Barruntaba este grandioso torero que algo importante iba a pasar, venía metalizado y dispuesto a ello después del impresionante comienzo de temporada en Olivenza y Castellón. Quería que los suyos vieran el momento de plenitud que ha alcanzado con su toreo y lo logró con creces en sus dos toros firmando una tarde pletórica que queda para el recuerdo de Valencia y para el de todos los que aman la Tauromaquia.
Ayer se cumplieron 28 años de la alternativa de Enrique Ponce, un dato a tener en cuenta para entender la grandeza de lo realizado por el torero esta tarde en el coso de la calle Xátiva. Y es que Ponce salió, casi tres décadas después, como si la de hoy fuera su primera corrida como matador en esta plaza. Por ambición, por entrega y por ímpetu Ponce ha sido esta tarde como el joven torero que quiere abrirse camino en este difícil mundo. Por cadencia, sabiduría y poso, Ponce ha sido el gran maestro que ha marcado la historia del toreo de las últimas décadas.

Su despliegue comenzó en el toro que abrió plaza, un animal que no tuvo una salida halagüeña al empezar frenándose en el capote y haciendo cosas feas. Después de recibir el primer puyazo en el caballo que hacía puerta, pareció despertar y Ponce le hizo un quite lucido. Talavante entró al quite después del segundo puyazo y el maestro Ponce replicó con excelsas chicuelinas y un vistoso remate. Así se torea con el capote. Cuando fue a brindar se le arrancó el toro y el maestro improvisó un precioso comienzo de faena con la zurda, doblándose como si aquellas potentes arrancadas del de Garcigrande en los medios fueran para él un juego de niños. Una vez brindado, cerraron al toro y se dobló con majestuosidad en el tercio. En la primera serie diestra ya hubo ligazón y empaque, verticalidad y profundidad. Siguió por ese pitón y remató una segunda tanda muy buena.

Por el pitón izquierdo protestaba más el de Garcigrande. Probó una serie y volvió a la derecha con el toro más reservón ya, haciéndole tragar en una tanda de mucho mérito. Lo tuvo en realidad toda la faena ante un toro al que le faltabaa fijeza. Ponce se empleó a fondo y terminó haciéndole la poncina por el pitón derecho, ligándola hasta tres veces y rematando muy bien de pecho, lo que provocó que la plaza reventara. Ponce enterró la espada al primer intento pero el toro tardó en caer y tuvo que descabellar. Hubo petición de oreja y el palco, en Bavia, lo dicho, se negó a concederla, privando a Ponce de un triunfo tan grande como legítimo en Valencia.

Pero lo dijo en sus declaraciones a la televisión: “Al próximo le corto el rabo”. Y Ponce, que es hombre de palabra, fue a por ello, prendiendo la mecha de estas Fallas con una faena que completaba una tarde excepcional. Ese segundo de su lote no dio facilidades en el capote de salida, lo que unido al viento impidió el lucimiento. Una vez picado, Ponce hizo un quite por delantales de gran belleza y exquisito temple, rematado con dos medías cumbres. Brindó al público y tragó mucho en la primera serie diestra, corrigiendo el defecto de soltar la cara que tenía el toro. Llevándolo muy tapado siempre, logró una segunda tanda que caló en el tendido. Hubo una más por se pitón y se echó la muleta a la zurda, logrando algunos naturales buenos a pesar de la molestia del viento y de la nada clara embestida del toro. Siguió por ese lado citando con la muleta vuelta, rizando el rizo, y tirando muy bien de un toro cada vez más remiso. Qué importancia tuvieron esos momentos! Volvió a la derecha para ligar una serie de gran mérito y exprimir ahí hasta la última embestida del toro.

Pero faltaba la traca final: de nuevo hubo poncinas cuando nadie esperaba nada más y hasta molinetes de rodillas. En Valencia causó gran impacto ver al gran maestro del toreo ambicionando un triunfo con esa entrega absoluta. Ponce volvió a dictar una lección de lo que debe ser y de cómo debe estar una gran figura del toreo. El presidente tuvo esta vez que sacar los pañuelos a la vez. Y no habría estado de más un tercero para conceder el tan ansiado y merecido rabo. Pocas veces se ven en una plaza algo tan impactante. Y menos después de 28 años…
Fotos: Julio Maza

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