viernes, 5 de agosto de 2022

 Motes.

Motes de los Vecinos del Campo de la Verdad.

Ciertamente, por el afán de distinguir a unas personas de otras, ya sea por su apellido, características físicas, su origen u oficio, se creó el mote o apodo. Una manera cariñosa e incluso divertida de nombrar a alguien por su sobrenombre. El problema es que cuando el término que empleamos para referirnos a estas personas es despectivo, deja de ser mote para convertirse en insulto. Los motes o apodos no entiende de épocas, ni tampoco de clases sociales. No hay más que echarle un vistazo a la realeza española: Isabel “La Católica”, Juana “La Loca”, Felipe “El Hermoso”… hasta las divinidades adquieren títulos: Jesucristo tuvo mote: “El Nazareno”. Otro apodo “El Rey de los Judíos… Yo, que quieren que les diga... me gustan los motes, y hasta los echo de menos. En mi casa lo teníamos mi padre y yo. A él le decían: “El Largui” y “El Compadre” y a mí de pequeño, me llamaban Antoñín “El de las pulidoras”, (apelativo del oficio con el que mis tías se ganaba el sustento). Algunos años más tarde me apodaron “El Saleri”, por mí condición de aficionado práctico, (formé parte de algunas cuadrillas en las becerradas homenaje a la mujer cordobesa). En mi etapa militar me llamaban: “El Cani”, porque parecía un junco, de “canijo” que estaba. Luego en el trabajo todos fuimos conocidos con los calificativos que hacían referencia a nuestros respectivos oficios: uno, “El Jardinero”, otro, “El Albañil”, el siguiente, “El Carpintero”, luego, “El Electricista”, también, “El Cocinero”, y yo “El Pintor”.

Dice la RAE que el “Mote” es: “nombre que se da a una persona en vez del suyo propio y que, generalmente, hace referencia a algún defecto, cualidad o característica particular que lo distingue”.

Así vemos como en el pasado siglo XX, fue costumbre generalizada entre los periodistas deportivos, que les pusiesen motes o curiosos apelativos a la mayoría de los deportistas de élite. Quién no recuerda aquellos que les fueron adjudicados a futbolistas de la talla de don Alfredo Di Stéfano (La Saeta Rubia), Francisco Gento (La Galerna del Cantábrico), Ferenc Puskas (Cañoncito pum), José Eulogio Gárate (El Ingeniero), Mariano García Remón (El Gato de Odesa), Emilio Butragueño (El Buitre. También, a ciclistas de la categoría de Federico Martín Bahamontes (El Águila de Toledo), o boxeadores tan inolvidables como: “El Tigre de Cestona”, “El Potro de Vallecas”, etc.

Lo mismo ocurría en el mundo de los toros: “El Pasmo de Triana”, “El Monstruo”, “El Gallo”, “Cagancho”, “El Choni”, “Chicuelo”…o tantos “Niños” de algo: “El Niño Sabio de Camas”, “El Niño de la Capea”, “El Niño de la Taurina”, “El Niño de las Monjas”, “El Niño de Santa Rita”, etc.

Si nos ceñimos a los toreros nacidos en Córdoba, de sobran son conocidos los: “Pachón”, “Bocanegra”, “Lagartijo”, “Conejito”, “Machaquito” Zurito…así como otros cuyos motes son derivaciones de sus propios nombres o apellidos tales como: “Pepete”, “Guerrita”, “Manolete”, “Parrita” “Calerito”…

Igual circunstancia se daba con los vecinos de los pueblos donde el mote era considerado como algo normal, aún hoy siguen con la costumbre de llamarse la gente por el mote en lugar de hacerse por el nombre de pila. Los motes siempre han existido. Los hay que son cariñosos, personales, peyorativos, desfavorables a veces, otros rayan el insulto. Motes atmoféricos como: “El Ciclón”, aplicado al diestro de Jerez, Juan José Padilla, o “El Huracán” asignado a Manuel Benítez Pérez. Los hay de animales, de oficios, y los que aluden a un defecto físico o recuerdan algún sucedido del que fue protagonista el dueño del apodo, condenando a llevarlo por herencia a toda su descendencia. Es cierto que los motes cumplen una misión de indentificación fundamental, puesto que hay apellidos tan extendidos que ya no sirven para reconocer fácilmente a una persona o familia. Lo habitantes de los barrios más populares de Córdoba saben de que les hablo. En el barrio de Santa Marina, por ejemplo, los célebres piconeros "El Pilindo ” y “El Manano” (protagonistas de las bromas más ocurrentes del torero Rafael Molina Sánchez, “Lagartijo”), eran personajes muy populares que convivían en el barrio junto con otros vecinos que se ganaban también el pan afanados en la misma industria, tales eran: “El Tornejo”, “El Márgaro”, “El Sotico”, “El Mojino”, El Pechirrubio”, “El Pechete”, “El Papelillos”, “El Gordo Vinagre”, “El Pichardo”, “El Monichi”… todos notablemente conocidos.

Si nos fijamos en un barrio pequeño como el Alcázar Viejo, vemos como tenían motes: Manuel Ceular, más conocido por “El Directo”, (tenía tan idealizada la figura de “Manolete”, que cuándo se “mamaba”, cogía su chaquetilla a modo de capotillo y toreaba hasta los vehículos que pasaban por la carretera). Este hombre singularísimo fue padre de dos grandes bailaores Manuel y Rafael Ceular. Otro popular vecino de aquel castizo barrio, fue José López “El Pisto”, dueño de la taberna del mismo apodo situada en la casa número 3 de la calle Enmedio, donde servía riquísimos caldos montillanos, en especial su loado vino “La Galga”. En aquella desaparecida taberna se daban cita, para ganarse la vida, los conocidos bailaores “El Lamparilla”, “El Piojo Rubio”, “La Tomata”, “El Gitano de Bronce”. Los cantaores Pepe Lora, “El Niño de la Magdalena”, “El Diego”, “El Automoto”… Los afamados guitarristas: Rafael “El Tomate”, (más tarde trató de cambiar ese apelativo por “El Cordobés”, a raíz de dar clases de guitarra al diestro de Palma del Río), “El Arango”, Juan “El Tomate , (sobrino de Rafael y padre de las famosas artistas “Las Ketchup”), sin olvidar al popularísimo Pepe “Carapato”, gitano por los cuatro costados. Vestía de manera elegante, con traje negro, camisa blanca y se tocaba con el clásico sombrero cordobés y por razón de la edad, usaba bastón con el que se ayudaba en la “juergas flamencas” para “marcar” el compás. Por su alargado rostro y abultada nariz fue elegido para protagonizar con sus caricaturas, una serie de divertidas viñetas, que fueron publicadas en el diario de la ciudad con el título: “Como pasa el rato Pepe “Carapato”, obra del genial dibujante José Alcaide Irlán.

Del mismo barrio eran también vecinos los conocidos pintores de brocha gorda, “El Manteca’, y “El Chochomea“, (espectacular guardameta del modesto equipo del Alcázar C.F.)

Pero los tiempos cambian. Está claro que el mundo se nos va haciendo cada día más ajeno y menos familiar mientras la tecnología de la comunicación nos pone casi todo al alcance de la mano, las relaciones humanas se distancian. Hay quien sabe mucho del planeta Marte, pero en cambio desconoce el nombre del vecino con el que se cruza en la escalera… Los motes responde a una doble intención; plasmar la admiración y, al mismo tiempo, reflejar el cariño popular. De ese honor disfrutaron los vecinos del Viejo barrio del Campo de la Verdad. Un barrio como todos saben, de mucha tradición y solera y con gran sentido del humor.


Plaza de Santa Teresa. (En la actualidad)                         Grupo escolar Rey Heredia


Según información obtenida de Córdobapolis.eldiario.es. “El gran benefactor del barrio del Campo de la Verdad, fue el arquitecto socialista y republicano Francisco Azorín Izquierdo. Un gran enamorado de Córdoba, y el que inició el primer estudio de la urbanización, saneamiento y reforma del barrio y también, la configuración del trazado de sus siete calles: La Rinconada, Fernández de Córdoba, Calleja de Jesús, Martín López, Santo Cristo, Plaza de Santa Teresa, Miraflores y el colegio Rey Heredia.

      Calle Santo Cristo.            Calle Martín López y calleja Jesús.           Calle Fernández de Córdoba.


Mi llegada al Campo de la Verdad, fue en el año 1949, hace setenta y tres años, ahí es nada… (siendo un niño todavía, recién fallecido mi padre y con la sola compañía de mi madre y mis tres hermanos), para ocupar una casita de la que daba el obispo Fray Albino. Allí crecí y allí eché raíces, por eso sé bien que su gente aún tiene por costumbre llamarse por sus respectivos motes cuando se trata de nombrar a un vecino o hacer referencia a cualquier hecho: ¡Zapito! ¿Sabes a quién le ha tocado hoy los cupones?... A Carmelita “La del Horno”, pongo de ejemplo.

En aquellos años, se daba el caso curioso, qué cada miembro de una misma familia tenía un mote diferente. En la conocida “Casa Grande” con la que tanta relación he tenido, (nueve años entrando en ella diariamente), hubo una familia que bautizó a cinco de sus siete hijos con motes diferentes. La madre, de nombre Dolores y de apodo “La Morena”, ejercía de “partera oficial” de casi todas las vecinas del barrio. (En aquellos tiempos la gente paría en su casa y ante la imposibilidad de que llegase a tiempo una matrona del S.O.E. (Seguro Obligatorio de Enfermedad), era Dolores “La Morena” la que se “arremangaba” y ayudaba a dar luz y vida a muchos hijos de sus convecinos. Al primero de sus hijos le puso de mote, “Pelullos”, al tercero “Pichote”, al quinto “Picaco”, a la sexta y séptima criaturitas, pues fueron niñas, les llamó “La Pelaita” y “La Chica” respectivamente. Solo se escaparon el segundo hijo Rafael y el cuarto Miguel, (éste es compadre mío, los casamos y les bautizamos a tres de sus hijos, mi esposa y yo, cuando éramos novios). En aquella “Gran Casa” de la calle Fernández de Córdoba n⁰ 6, vivían alrededor de 40 vecinos.


                

En ella habitaban otras familias muy conocidas por sus apodos como: Paquita “La Zoila”, “La Sacramentos”, “La Curra”, “La Patrocinio”, (abuela materna del cantaor “Antonio de Patrocinio” y de su hermano, Pepe “El Helaero”, extraordinario saetero). Le llamaban así porque se ganaba la vida vendiendo helado con un carrito, a la bajada del Puente Romano, junto al colegio Rey Heredia y frente a la taberna del “Gordo del Estanco”.


Plaza de la Iglesia.  A la derecha de la foto, donde estuvo el "Bar Ponferrada".


Lo mismo eran de populares “La Conchi de Pitorreá”, El Barbero”, “El Céntimo” mozo de estoques del más que notable torero catalán, “Joselito Clavel”, (cada vez que su torero hacía el paseíllo en el desaparecido coso tejareño, llegaba a la casa “ajumáo”, y repartía monedillas y golosinas entre la chiquillería en mitad de aquel patio). En la misma calle frente a la “Casa Grande”, vivían “La Picaíllo”, Miguelito “El Zapatero”, su hijo “El Folli”, María “La Puchilata”, (madre del afamado concertista de guitarra flamenca “El Curri”), y al final de la calle, haciendo rincón con el Obrador San Enrique, “Las Niñas”, estaba la casa que habitaba la familia cantaora de “Los Morenín”, En la “Plaza de la Iglesia”, donde hoy está la Fuente de Piedra, (construida en el año 1874, por mandato del Alcalde don Juan Rodríguez Sánchez, para abastecimiento público), hubo una casa junto al desaparecido Bar Ponferrada, donde vivían Maruja “La Chochera”, y la familia de “Los Pinchapeos”, (uno de los hijos, Juan, fue un estimable cantaor de flamenco).


Taberna "El Gordito". Calle Virrey Moya. (MIRAFLORES)

Por otros lugares del barrio se criaron otros magníficos artistas caso de: “El Chaparro”, (estupendo intérprete del cante hondo), o “El Gordito” que fue banderillero y dueño de la taberna del mismo apodo, situada en la primera de Miraflores, hoy calle Virrey Moya. Era sede de la Peña Flamenca “Los Bordones”. Su hermano Pepe y de mote “El Chicharito”, (graciosísimo personaje), servía el vino a la clientela, y a la vez se pegaba unas “pataítas” por bulerías. Los dos eran hijos de Rafael “El Tizo”, más otros dos hijos varones y dos hembras. Uno de esos hijos tenía de mote “El Regaera”, fue taxista, y el otro se apodaba “El Yiyi”, se marchó a Australia a buscarse la vida.


Bar "Los Romerillos", o de "Los Cristales"

Muy notables fueron “Los Gallardos”, familia numerosas y de mucha solera. En principio vivieron en la “Casa Grande” para más tarde, mudarse a la calle Santo Cristo, donde el padre especialista en negocios de compra y venta (corredor se le decía), compró una casita pa’ to’a su gente. El mayor de los hermanos Antonio, aprendió el oficio de servir el vino en “Casa Currito”. Después, hasta su muerte, dirigió junto a sus hijos el Bar “Los Romerillos”.

Y así podríamos continuar hasta completar un largo listado de motes exclusivos a personas del barrio, pero por ser demasiado extensa vamos a tratar de resumirla prescindiendo anteponer al mote, el artículo El o La, además del entrecomillado, cumpliendo así la norma dictada por la RAE, aunque se omita u ocupen el nombre de pila del personaje.

Pero, no me sentiría completamente reflejado en esta historia, si omitiera la deuda de gratitud que debo a mi recordado amigo, Antonio Cuevas Llamas q.e.p.d. por su inestimable colaboración en la recopilación de motes de la mayoría de nuestros convecinos del Campo de la Verdad. De igual modo hago mención de agradecimiento a mi estimado y buen amigo Paco Baena por facilitarme algunos datos y éstas fotografías de aquella lejana época .

Buscándose la vida.


 "A la Feria".


En una carrera  de asnos.                                     Encima del ¡Campeón! 

Celebrando el éxito con los amigos.


Así, sin más y por orden alfabético, comenzamos con este extenso listado de curiosos apodos que han llevado personas nacidas en el barrio Viejo del Campo de la Verdad, dejando como herederos a todos sus descendientes:

Afeitao, Ajera, Abengaor, Arrastrapinos, Abogaito, Baldao, Buhíllo, Bola, Bellota, Caballo, Cantares, Cortijo, Cascales, Caramelo, Caravaca, Candilecho, Cagao, Cabolagañas, Calzonazos, Cigarrón, Caracoles, Calzonetas, Cojopetaca, Culobajo, Curra, Currita la del Barco, Charrán, Chicuelo, Chocholoco, Chachanica, Chochera, Charo, Huevofrito, Espárragoseco, Escarabajo, Folli, Feo, Frescales, Fanequitas, Gafas, Gitano, Gorgojo, El Gordo del Estanco, Gorrión, Gitanilla, Jarapillo, Jiguerero, Lagartija, Largo Baena, Mediaoreja, Matagatos, Mancha, Matón, Meteor, Mangui, Mengualito, Morti, Manchego, Minguito, Monda, Maturringo, Milduros, Mono, Muerto, Nenaco, Negro, Niño del Puente, Naranjita China, Ojinegra, Ojo Revirao, Kinini, Pensé no verte, Parraillo, Patarrillas, Pelamuertos, Piconera, Pepón, Pintao, Pilar la de las tortas, Pelaburros, Panduro, Periquillo el latonero, Pierdepavos, Pocotocino, Pocaropa, Piyayo, Perla, Porro, Rerre, Ratita, Rubiano, Reverte, Regaera, Romi, Rubio el Erizo, Sacristana, Sacalenguas, Salmonete, Salcillo, Seco, Sopita, Sillero, Tripasucia, Tresperrillas de Morcilla, Tripero, Topo, Titubo, Tiri, Tovieja, Teclo, Tobalo, Taruguito, Tartalilla, Tacones, Turrunero, Troncha, Tiruli, Vito, Verónicas, Valenciano, Venete, Zurita, Zurdo, Zoqui etc. etc.

Reflexión: Las búsqueda de un mote, responde a una doble intención; plasmar la admiración y, al mismo tiempo, reflejar el cariño popular. En general los motes, muestran un grado elevado de ingenio, e incluso algunos nos hacen reír. No sé si aquellos hábitos de un mundo perdido se han marchado por el enfriamiento de nuestras almas, o es que el ingenio humano ha descendido a velocidades de vértigo. Ambas razones solo pensarlas me deprimen.

Antonio Rodríguez Salido.-

Compositor y letrista,-

Escalera del Éxito 176,-


Jose Luis Cuevas

Montaje y Editor

Escalera del Éxito 254

"El Arco Viario" en sustitución de "La Rinconada".

Otra imagen de los terrenos de la desaparecida "Rinconada".

La nueva "Miraflores".

Calle de "Miraflores".

Terrenos de la antigua "Miraflores".

Así está hoy el barrio Villacachonda o Miraflores.


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