lunes, 17 de marzo de 2025

 AUGUSTO CENTENO BLANCO, EL CAMPO Y LA POESIA 



Cuando alguien se dispone a escribir debe tener en cuenta tres condiciones: conocer a fondo aquello de lo que va a escribir, sentirlo en el alma y, como mandaba don Miguel de Cervantes, hacerlo con sencillez, o sea, en román paladino, aquel con el que el hombre habla a su vecino, "que toda afectación es mala", decía don Miguel.

Las tres condiciones apuntadas - que son aplicables incluso a las literaturas más evolucionadas, como las de la Generación del 27 - se cumplen en los Poemas Camperos de Augusto Centeno Blanco, "como verá el que los leyere o escuchará el que los oyere leer" porque Augusto Centeno es de los mejores recitadores que he conocido -. Y se cumplen en dus Poemas Camperos porque Augusto es sabio en aquello de lo que escribe, ya que es ganadero cuando escribe del toro, de familia de toreros cuando lo hace del  toreo, y caballista es cuando sus poemas versan sobre el caballo, como campeón en Raids internacionales (700 kilómetros Madrid-Lisboa sin separarse de su yegua °Cordobesa" avalan lo que digo) y también es cazador de especies autóctonas y exóticas cuando sus versos son de cacería. Pero sobre todo, cuando mejor escribe  Augusto cuando narra lo que siente su alma, y puedo dar fé de ello. 

Maribel Ortega fue una caballista cordobesa de fama internacional. No hace ni tres años que Alfonso Tellez,

Presidente del Círculo Taurino, me avisó impresionado del fallecimiento en plena juventud de Maribel, que habia hecho el despeje y pedido la llave en el Festival de la Mujer Cordobesa que  organiza Alfonso cada año junto con su Directiva.

Aunque Augusto y yo no habíamos hablado nunca de , Maribel, sabía que tendrían una gran amistad por ser personalidades de relieve en el mundo de las artes ecuestres. Le di esa misma noche la noticia a Augusto, y me respondió. "Estoy en Sudáfrica y no podré asistir a los actos por Maribel, pero estaré junto a ella".

Ya muy avanzada la madrugada recibí un watsat de Augusto, el cual  transcribo como lo recibí. Ni el cansancio, ni la pasión cinegética, ni excitacion de encontrarse en lejanas tierras le impidieron un poema que fue la confirmación de que igual que se quiere y se torea con el alma, de su alma salen los mejores poemas camperos de Augusto Centeno Blanco.

Y enhorabuena por tu libro, Augusto, y gracias por tu dedicatoria.

José María Portillo Fabra, de la Tertulia El Castoreño y del Círculo Taurino de Córdoba 

José Luis Cuevas 

Maquetador y Montaje

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