lunes, 30 de junio de 2025

 NO TODO PUEDE VALER


FOTO NINES ORTEGA

Por: Antonio Cepedello

La obsesión por cortar orejas fáciles lleva a los becerristas y novilleros sin picadores a entrar a matar de cualquier manera. Colocan la espada donde sea, con tal de que el añojo o el eral caiga muerto lo antes posible, lo que después se convierte en un hábito nefasto, que muchos mantienen hasta ser matadores. Y no todo puede valer en la suerte llamada suprema de la Tauromaquia.

Es entendible que la buena o mala ejecución de una estocada no sea diferenciada ni valorada por el público ocasional en las plazas, que está deseando ver arrastrar al toro lo antes posible, porque no le interesa ni le gusta apreciar la belleza de nuestro arte legendario, basado en un danza real y efímera entre la vida y la muerte. Estos espectadores se aburren en los tendidos, mientras se entretienen en morder pipas, comer bocadillos, buscar al vecino y amigo de turno o beber vino y lo que encarte. Suelen ser mayoría en las gradas, pero su criterio no puede imponerse en las decisiones de los presidentes de los festejos.

Lo que no resulta justificable es que profesionales taurinos, y algunos que se hacen llamar aficionados, aplaudan bajonazos a la hora de entrar a matar, con la excusa de que es la mejor forma para que salgan los pañuelos a relucir y se concedan trofeos baratos e injustos. Flaco favor le hacen a los aprendices de toreros con esta actitud, porque fomentar, difundir o aceptar la trampa nunca es bueno en nada, pero menos en la Tauromaquia, que no tiene sentido si no se basa en la verdad del desafío cara a cara entre un hombre y un animal bravo, sin ventajas improcedentes.

No llegaré nunca a comprender cómo se conceden premios de certámenes sin picadores a faenas concluidas con sablazos, que degollan a los novillos, aunque sean premiadas con las dos orejas y el rabo por su rápido efecto mortal. No es concebible que se humille tanto a un eral o añojo de esta manera, con la única intención de alcanzar triunfos efectistas y embaucadores. Ni tampoco entenderé jamás cómo se puede criticar un pinchazo en todo lo alto, tras ejecutar la suerte suprema como mandan los cánones, pero con la mala suerte de tropezar la espada en hueso. 

La Tauromaquia, no se nos olvide nunca, es un arte, no una técnica donde sólo importa el resultado, por lo que deben mantenerse todas sus normas y valores establecidos para que, algo que al contrario sería absurdo, se convierta en bello y sublime. El torero necesita el engaño para poder con la mayor fuerza y agresividad del toro, pero siempre con unos límites, que ya se encuentran fijados desde que apareció el toreo a pie. Y una de estas reglas es entrar a matar de frente y por derecho, y colocar la espada lo más alto posible en el morrillo del toro. 

No es admisible decir que una infame estocada es 'efectiva', porque con ese mismo falso criterio sería más eficaz todavía utilizar un arma de fuego. Entonces, nos habríamos cargado el principio de igualdad entre los dos protagonistas de nuestra manifestación artística, que por ello es tal. Lo contrario acabaría con la Tauromaquia, que se convertirla en una mera estrategia salvaje de sacrificio de estos animales, para despojarlos de sus orejas y rabos.

La suerte suprema tiene distintas formas de ejecución con una gran dignidad, estética y ortodoxia, como el volapié que aparece en la foto del novillero jiennense Alfonso Morales, o también recibiendo o al encuentro, pero siempre llevadas a cabo entre los pitones del toro, volcándose con la mano por delante y sólo con la ayuda de la muleta como engaño, pero no entrando fuera de cacho, huyendo y soltando la espada donde sea. 

No es tampoco justo que a los chavales que están aprendiendo a torear se les valore más por su astucia para pegar bajonazos que por su actitud, aptitud, valor, entrega y condiciones durante la lidia de los novillos. Los matadores se llaman así por algo, y ellos aún no lo son. Estas artimañas son también un engaño para estos críos, porque todo no puede valer, ni en la vida, ni mucho menos en el toreo. 

No es tarde todavía para remediar este sacrilegio. Estamos aún a tiempo para acabar con una de las formas de deteriorar más nuestra sagrada Tauromaquia. No le demos más bajonazos a sus acertados y lógicos principios, normas y valores.

******************************************************
PUBLICIDAD





No hay comentarios:

Publicar un comentario