domingo, 20 de noviembre de 2016

Manolete. La culminación de un sueño (III) De Guerrita a Manolete (3ª parte)

Por Jose Morente



Dos de los siete (7) naturales que Joselito el Gallo le propinó en Madrid a un toro de Gamero Cívico el día del Santo del año 16. Joselito toreaba en redondo con mucha frecuencia.

El toreo en redondo de Joselito el Gallo

De Joselito hemos hablado mucho en este blog, quizás demasiado como me reconviene algún buen amigo. Sin embargo, su figura resulta imprescindible para entender la historia del toreo en redondo. 

Joselito torero ecléctico (igual que Paquiro, Chiclanero o Guerrita) es el perfecto contrapunto de Belmonte. Sin José, la aventura del toreo en redondo hubiera abortado antes de despegar, arrasada por el cataclismo(literal) que, en la fiesta, provocó el Pasmo de Triana, ajeno totalmente a esa forma de torear. 

En efecto, Juan no toreó nunca en redondo (las dos o tres ocasiones en las que lo hizo, no pasan de ser una anécdota por más que se trate de una anécdota de gran categoría). Joselito, por el contrario, gustaba de torear en redondo, muchas tardes y a muchos toros. Lo que está documentadoen las reseñas de la época.

La faena tipo del torero de Gelves comenzaba con un pase por alto y continuaba con tres naturales seguidos y ligados, dejando la muleta en la cara y manteniendo fija la pierna de salida, eje de su toreo. Joselitotoreaba sin menear los pies, tendiendo la suerte que cargaba con los brazos no con las piernas (lo de cargar la suerte con las piernas pertenece a otra historia, la historia del toreo cambiado). 

Luego, después de ese toreo en redondo, venía el toreo en ochos por la cara o los adornos desplantes pues José era un torero muy largo, pero eso venía después... después de torear como hemos contado.

Cuando el toro lo permitía, Joselito podía seguir dando naturales hasta cansarsey cansarlo. Eso pasó en Madrid un día del Santo del año 16, con un toro de Gamero Cívico, al que le propinó ¡Siete naturales seguidos! entre la admiración del público (Ya vimos en la primera entrada que repetir una misma suerte por un mismo pitón era una proeza. Imagine el lector lo que supondría repetirla 7 veces. ¡Un escándalo!).

Vamos a poder ver en vídeo, varios ejemplos de esa faena tipo de Joselito. Antes de verla, conviene ponerse en situación y recordar que estamos en el principio de una nueva época. Cualquier comparación con el toreo de hoy, sería odiosa y, sobre todo, que más difícil es abrir caminos que transitarlos.

José podremos verle en Madrid (el día de los 7 toros de Martínez), en Sevilla (en unas imágenes de la feria del año 15, probablemente), otra vez en Madrid (el día de la despedida de Bombita) y en BarcelonaJoselitoconvirtió lo excepcional en norma como luego haría Manolete.

Sobre la faena de Joselito en Barcelona, un par de detalles. Primero, el comienzo con las dos rodillas en tierra. Segundo, su toreo cambiado, un puro ballet de elegancia y suavidad y luego ya, veremos ese toreo en redondo (tres naturales tras un espléndido kikiriquí) del que podemos disfrutar desde dos puntos de vista distintos (había dos cámaras en la plaza ese día del homenaje a Florentino Ballesteros).





Los epígonos del gallismo

Aunque Joselito no tuvo sucesor a su altura (Granero murió joven; Félix Rodríguez se malogró prematuramente y Marcial carecía de clase) todoslos toreros (repito: todos) siguieron su estela.

Nos contaba Rafaelito Chicuelo en la Alameda de Hércules (el día que me lo presentó mi buena amiga Salomé Pavón), que su padre, el inolvidable Manuel Jiménez Chicuelo, le decía que, en su época, todos los toreros eran gallistas (repito: todos). Y remataba diciendo que el más gallista de todos ellos, era, precisamente, Juan Belmonte.

Y no creo que se declararan así sólo porque de los muertos siempre se habla bien sino porque Gallito fue el verdadero referente de su época para todos los toreros. Tanto que su faena tipo de muleta, la de los tres naturales (y no la faena en ochos de Juan Belmonte), fue la que todostomaron como modelo, la que todos (repito, todos) siguieron.

Como hemos dicho, aquí pretendemos probar todos nuestros asertos. Por eso, vamos a ver dos faenas post-gallistas en la estela de Joselito. Una de un torero de la cuerda de José y la otro de un torero supuestamente de la cuerda contraria, la de Belmonte. Y resultan que los dos hacen el mismo tipo de faena que no es la que hacía Belmonte, sino la que hacía José.

Veremos, primero, a Marcial Lalanda, gallista confeso, en un pase por alto para seguir toreando luego por naturales en la Maestranza sevillana y, después, veremos, a Antonio Mázquez (oficialmente belmontista, hasta el punto que le llamaron el "Belmonte rubio") en Alicante, toreando, no al estilo de Juan, sino al de José, y ligando tres naturales seguidos tras un pase por alto. 

La faena estándar de Joselito se imponía mayoritariamente en la Edad de Plata, aunque muerto ya José y vivo Juan, los críticos se dedicaron a contar otra cosa diferente.

No supieron o no quisieron verlo, al contrario que los toreros, quienes, desde el primer momento, tuvieron muy claro cual tenía que ser su referente en el toreo de muleta. Creo que ahí empieza el divorcio entre lo que cuenta la crítica (que es lo que ve el aficionado influenciado por la crítica) y lo que los toreros hacían realmente en los ruedos. Un divorcio que llega a nuestros días.

Tan claro como los toreros, lo tuvieron también los públicos que recibieron alborozados ese toreo en redondo al natural. Tanto que, cuando un diestro se ponía a engarzar naturales como se engarzan las perlas de un collar, esos públicos de la época jaleaban y numeraban a voz en grito los pases ¡Uno, dos, tres, cuatro, cinco,...!, animando empujando a los toreros en la hazaña de culminar el toreo en redondo.

Todo eso de los públicos entusiasmados y los naturales en serie, lo podemos ver también en imágenes, unas imágenes ya más conocidas de una faena del ínclito Marcial en Nimes, ya en los años 30. Lalanda se lía a dar naturales en serie y el público francés, exquisito, flemático y generalmente poco expresivo, acaba botando en sus asientos....¡Qué tiempos aquellos!



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Belmonte (mientras tanto) seguía a lo suyo

¿Y mientras tanto, que hacía Belmonte? Pues lo curioso o sorprendente, es que, mucho después de la (r)evolución gallista, Belmonte, reaparecido en Nimes en 1934, seguía a lo suyo, o sea toreando de muleta a la antigua,en su estilo cambiadoalternando pitones, ignorando y al margen de todo lo logrado en el toreo de muleta en esos años. Belmonte seguiría aferradoa esos ya viejos modos, toda su vida (las películas de sus faenas camperas a finales de los años cincuenta, poco antes de su muerte, lo atestiguan).

Juan fue insensible y se mantuvo al margen de la evolución del toreo de muleta que, personalmente, pienso que debe muy poco al trianero (por no decir casi nada). La verdadera aportación de Belmonte estuvo en el toreo de capa. En eso, alcanzó una cumbre que, muchos años después, permanece todavía esperando quien la iguale. Ha habido diestros que han toreado muy bien de capote, pero nadie ha aportado nada tan nuevo y tan sorprendente como lo que aportó Juan al toreo a la verónica.

Vemos su faena de muleta, de factura arcaicaen ochos, alternando pitones, cuando ya el toreo en redondo se había impuesto de modo imparable en todo el orbe taurino.




Postdata: El que no quiera verlo, que no lo vea (¡Allá él!). Pero, después de ver todo esto ¿Como es posible sostener en serio -como se ha sostenido y sostiene- que el toreo de muleta de nuestros días es herencia del toreo de muleta de Juan Belmonte?

¡Amos, anda! Que diría el castizo.


Belmonte siguió practicando el toreo cambiado toda su vida. Un toreo que había nacido en la época de la Guerra de trincheras (La Gran Guerra Europea de 1914.1919) y que tenía en los pases de trinchera (el trincherazo pero también la media verónica o el molinete) su peculiar santo y seña 

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