TRAVESÍA IMAGINARIA DESDE EL LAGO DE LAS TENDILLAS
PREÁMBULO
Un buen día, paseando por nuestra histórica plaza de Las Tendillas, otrora Tendillas de Calatrava, plaza de Canalejas, plaza de Cánovas del Castillo, plaza de la República, plaza de José Antonio, y hoy ampliamente conocida por la denominación que nunca debió perder: plaza de Las Tendillas.
Pues bien, bajo esta histórica y documentada plaza, siempre ha revoloteado una historia que, lejos de ser una leyenda, puede que pasados los años resulte ser una realidad, de siempre idealizada por los cordobeses, que en todo momento de la historia han imaginado el lago o aljibe, con estupor y extrañeza.
Vuelvo al principio de estas notas. Paseando por la plaza, me detuve ante una mesa plegable, donde un caballero, con ropa muy usada pero con la impronta de una elegancia pasada, se entretenía extendiendo libros antiguos sobre la mesa, a la par que le echaba un vistazo sin mostrar sorpresa a las pastas de las diversas obras. A su vez, yo también recorría con la vista conforme iba depositando cultura sobre la citada mesa… Y atisbé un libro que me llamó poderosamente la atención: El lago de las Tendillas.
Con cierta curiosidad lo abrí, pasando alguna de sus hojas, esperando en silencio que el atildado vendedor me ilustrase algo más sobre tan sugestivo título. Al fin, el caballero entendió mi cara de sorpresa y de ganas de saber más, y con calmoso movimiento de manos aclaró:” El contenido de ese libro es sumamente interesante. Hace algunas fechas, se acercó un señor y me lo entregó . No se lo compré de segunda mano, sino que él me lo regaló diciéndome: “Este libro falta en su mesa”… Y me contó a grandes rasgos el motivo por el que lo escribió: él era su autor. Un día del pasado siglo me encontré entre los apuntes de mi abuelo que, debajo de Las Tendillas, había agua, tal como un lago, aljibe o distribuidor general de los variados veneros que surtían a Córdoba. Esta simple nota me planteó la pregunta de ¿qué podía haber más allá del lago? Es una interrogante que históricamente siempre ha estado sobre la mesa.
Debajo del Convento de Calatrava,y después Hotel Suizo, hubo y hay algo más que preguntas... El subsuelo de esa zona, las entrañas de Las Tendillas encierran sorpresas que imaginamos pero que aún no hemos visto del todo…
- Lo primero que haré es contarte la historia de este singular lugar, lo que se sabe hasta ahora, y después decides si con tus averiguaciones posteriores la cierras…”.
BREVE HISTORIA
Sigue siendo un tema apasionante, la probabilidad de que en el subsuelo de Córdoba exista una formación importante de estalactitas y estalagmitas. En principio no se puede descartar nada, y sí hay que recordar, por ejemplo, que las famosas Cuevas de Nerja, fueron descubiertas en 1959 por un grupo de gente joven...
Nosotros al menos contamos con unas posibilidades, a partir de nuestras aguas subterráneas, que han podido crear ese otro mundo impresionante debajo de la calzada. Supuestamente, el monumento natural al que me refiero es probable encontrarlo en el subsuelo de la calle Claudio Marcelo y el pico lindante con Capitulares. No en vano, amigos aficionados a imaginar situaciones posibles, piensan que a bastantes metros de profundidad de la mencionada vía de Claudio Marcelo, puede que exista una gran falla que puede situarse en las profundidades de Claudio Marcelo, Capitulares y Alfaros.
Está más que probado que debajo de la plaza de Las Tendillas, se encuentra una bolsa de agua que alimenta al Venero de Santo Domingo. Desde el cual y por la fuerza de la gravedad, bajaba a la alcubilla de la calle de la Feria, para dividirse en tres ramales, uno con dirección a la Iglesia de San Francisco, otro para San Pablo y el tercero con destino a la fuente de la actual vía San Fernando.
Su origen, al parecer, está en que la laguna subterránea corresponde a la desembocadura del acueducto Aqua Nova, dato que asimilé leyendo el interesante reportaje del periodista Juan Martínez Niza del diario Córdoba.
Sea como fuere, de la lectura de estos y de otros trabajos se desprende que conviene volver sobre el tema, al menos como curiosidad y para fijar de una vez una posición concreta.
Al respecto, merece la pena recordar las palabras del arabista y reconocido epigrafista, Manuel Ocaña: “Juan Bernier y un espeleólogo bajaron desde la calle Juan de Mena, con el fin de estudiar de forma práctica el asunto. Entraron en el agua, bucearon y cree que en determinado momento consiguieron traspasar la barrera de arena que en cierto modo tapona o dificulta el siguiente paso, y al final del corto trayecto, emergieron y encontraron aire y una gran cámara "
La pregunta que me hago y que dejo en el aire: ¿Se conoce si, a partir de este primer tramo, nos podemos encontrar galerías cavernosas?… Y en caso afirmativo, ¿cabe la posibilidad que trasladó en su momento el geólogo Luis Montealegre Contreras? -Mayo- 1981-
“Si esta galería estuviera taladrada al nivel superior de la capa freática, el agua ocuparía la mitad de la galería y la otra estaría ocupada por aire. Si en vez de galería se tratara de una gran caverna, producida por la erosión de siglos o la propia conformación geológica, estaríamos ante el caso del lago subterráneo y la gran sala en la que, de producirse filtraciones goteantes, a través de rocas de determinada naturaleza, se formarían las concreciones que, con el transcurso de los siglos y la paciencia de la naturaleza, darían lugar a las columnas de estalactitas y estalagmitas”.
También ha dado su versión sobre el particular, José Manuel Morales (director de Córdoba Misteriosa), que incluye al respecto...(…)” algunos han llegado a describirla, como una fabulosa gruta encantada, similar a las Cuevas del Drach en la isla de Mallorca(…).Suficiente en principio, para plantearnos una vez más un misterio tan entrañable, que a todos nos encantaría resolver, siempre a favor de contemplar la belleza de un subsuelo, que se presume fascinante. ¡La investigación es atractiva y, si no se llega a más, sólo la consideramos una leyenda, que, aún considerándola así, no deja de ser un sumando a la Córdoba misteriosa y sugerente... “
PROPÓSITO
Conocida su historia real, decidí de forma imaginaria, airear las dudas y acometer la empresa de bajar más allá del límite del agua. Me esperaba una sima y abundantes sorpresas, en el subsuelo de la conocida calle de Claudio Marcelo, cuya configuración y apertura se realizó definitivamente, con el derribo del Suizo en 1923. Haciendo un poco de historia, la apertura de la conocida como calle “nueva”, se inició en 1909 tras dejar inoperante el primer Jardín Botánico de Córdoba, que se encontraba anexo al antiguamente denominado Instituto Nacional de Enseñanza Media.
Pasé en un pequeño bote el lago, hasta sujetarlo entre dos rocas, que advertían de que allí finalizaba la bolsa de agua. Bello el paisaje que se presentaba, iluminado por un haz de luz dispersado por mi potente linterna. Era como un sueño, en la calzada superior los coches y el bullicio propio de la ciudad, en contraste con el paraíso en el que me encontraba. A partir de ese momento sólo percibiría el sonido de un goteo persistente, cual música sin pentagrama, en un ambiente estremecedor e impagable. Seguí bajando, sintiendo que algo extraordinario tendría la ocasión de admirar. Y, ¡oh sorpresa! Un cráneo sobresalía de uno de los huecos en la roca, Podría tratarse del Homo fosilis cordubense, un neandertal que existió hace 34.000 años. Una bellezón de cordobés que nos esperaba pacientemente entre rocas y algún vestigio de cuarcitas y sílex.
La bajada por tan asombrosos pasadizos, rocas, estalactitas y estalagmitas, líquenes, restos de fósiles en algunas de las calizas que jalonan el novísimo sendero. Pero la pregunta más romántica que científica, ¿qué paisaje se podría admirar de esos rincones, en el paleolítico, por ejemplo ? Demos rienda suelta a la imaginación… Córdoba no era aún Córdoba por supuesto... Habría muchas rocas, mucha agua, muchos animales,.. Vuela la imaginación: ¿ Y seres humanos cuántos?… Imposible saberlo, los pobladores eran nómadas, discurrían de aquí para allá, no había cordobeses, solo personas que pasaban por allí…
Vi huellas conforme avanzaba de que alguien había poblado aquellos parajes, alguna roca con señales evidentes de haber sido señalada, por alguna extraña razón, con punzones de sílex. Seguí avanzando y encontré una abertura que al parecer conducía a una estancia. Bajé con precaución hacia donde mi curiosidad señalaba, no sin apuros, resbalando y limitado mi interés por hacerlo, si bien el interés por descubrir paisajes nuevos vencía al temor. La inoperancia no conducía a nada y sí la acción. De forma que bajé deslizándome con cuidado entre rocas y salí a una estancia de ensueño, impensable lo que tenía delante de mis ojos, era un salón abrupto, con bastantes formaciones de estalagmitas y estalactitas, como columnas de una catedral natural. Quedé impresionado, absorto…
POR FIN, ESTALACTITAS Y ESTALAGMITAS
Temblando de emoción y con la linterna relampagueando, recorrí las ocultas columnas de estalactitas y estalagmitas que a lo largo de miles de años, había formado el carbonato cálcico. Belleza mágica donde las hubiere. Mis ojos querían desprenderse de tan súbito e inesperado descubrimiento. Ante mi vista, la belleza de las bellezas. En pocos momentos de mi vida, había tenido la ocasión de asomarme a un paisaje tan especial, quizás en la Cueva de Nerja, tal vez las Cuevas del Drach…, aunque si bien es verdad que lo que se veía resultaba algo más reducido, que las formaciones antes señaladas.
Por fin estaba contemplando un conjunto de columnas naturales, con las que siempre había soñado. Ya no era una idealización, era una realidad que me estaba asombrando y ¡qué pena ! Sin más testigos que una culebra y yo… pero volvería, sin lugar a dudas volvería,acompañado de compañeros de viaje más preparados.
Se sumó al espectáculo la culebra de agua, de no más de sesenta cm. que no sé que pintaba en el subsuelo, pero allí estaba y me miraba con curiosidad…
No es de extrañar, no había visto nunca un ser tan extraño para ella. Lo cierto y verdad, es que se convirtió en mi acompañante silencioso, cuando menos lo esperaba, aparecía observando desde alguna roca. No me parecía nada extraño porque se mueven en charcas de agua, y allí de vez en cuando las había.
Estoy llegando al final de la tan poco fiable excursión... Me encuentro frente a frente con los cimientos milenarios del circo romano, ubicado frente al templo. Por motivos que se desconocen, o que desconozco, el uso de este circo fue limitado. Alguien con superiores conocimientos arqueológicos, históricos o antropológicos, nos gustaría y agradeceríamos que relatara la circunstancia en que se vio cercenado el uso del circo. Al hilo de este comentario, recuerdo que un personaje de la época propuso levantar un segundo circo, idea tal vez descabellada, que el propio Desiderio Vaquerizo (Catedrático de arqueología de la UCO) descartó en sus intervenciones como conferenciante.
Pero es muy fuerte imaginarse que, tras esos derruidos cimientos y restos de paramentos, hubo momentos en que el gentío jaleó las carreras de caballos, de cuadrigas y otros espectáculos afines.
Tengo la sensación de vestir una túnica y deambular por el gran recinto, buscando sitio para presenciar un espectáculo.
Dejemos de elucubrar y pensemos en el retorno. Hay que dejar de mirar los restos de piedra caliza que tanta atracción me producen y volver…
Camino hacia la boca del lago, con la sensación de que he encontrado el sentido de tantos artículos relacionados con el lago. Por fin ya vamos a conocer todos lo que hay más allá de esa manta de agua, me preocuparé de divulgar lo que acabo de ver: Claudio Marcelo abajo...
Subo y cruzo de nuevo embelesado, por la sala de columnas de carbonato, un espectáculo sublime imposible de olvidar.
Hacia arriba, también atisbo a la culebra que, con ojos interrogantes, no deja de filmar mis pasos, se ha convertido en la mascota del subsuelo.
Tras un día de ascenso procurando mirar de soslayo para no perder tiempo, tanta belleza, musgo, rocas, gotas de agua rebotando como acompañamiento musical… llego por fin al bote que dejé aparcado. Vuelvo a la conocida realidad: una lámina de agua, un arco de piedra, unos escalones y la calle…
Francisco Bravo Antibón
José Luis Cuevas
Maquetador y Montaje
No hay comentarios:
Publicar un comentario