Ladislao Rodríguez Galán
Hace unos días se inauguró oficialmente la Peña Taurina "Fuentes Bocanegra" dedicada a un chaval, alumno de la Escuela Taurina de Córdoba, que reúne capacidad suficiente para encandilar a este puñado de buenos aficionados cordobeses anhelantes de que surja ese torero necesario para que despierte de nuevo la pasión en el tendido.
Pues bien, estos peñistas apasionados de la Fiesta, han hecho a su titular David Gavilán "Fuentes Bocanegra" un regalo que de seguro no olvidará nunca: le han donado dos erales del prestigioso hierro de Joaquín Moreno Silva, cuyas reses pastan en el límite de la provincia de Córdoba con la de Sevilla.
Como es sabido, y está anunciado en el cartel, David hará el paseíllo en la novillada que cierra el XIX Encuentro de Escuelas Taurinas de Andalucía que desde el día 28 hasta el 30 de Septiembre se celebrará en Villanueva de Córdoba. Este último festejo comenzará a las 11,30 de la mañana.
Como preparación a este compromiso, la tarde del día 19 de septiembre nos trasladamos a la finca de Joaquín Moreno Silva para torear uno de los dos erales. Acompañaban al joven torero, su abuelo y mentor Manuel Fuentes, el director artístico de la Escuela Rafael González "Chiquilín", el profesor de la Escuela Juan Antonio García "El Califa", el alumno aventajado José Antonio Ortíz para actuar de subalterno y un puñado de peñistas que no querían perderse el acontecimiento.
El animal, muy bien presentado, salió extraordinario, bravo, noble encastado y, lo más importante, no se cansaba de embestir, y eso que David estuvo toreándolo una hora y diez minutos. Por el pitón derecho, le costaba un poco el arrancarse, pero cuando lo hacía repetía con mucha clase. Pero lo que era una "perita en dulce" fue el pitón izquierdo. Qué barbaridad. Qué manera de embestir. Que categoría. Pero había que estar ahí. Ya se sabe que los toros buenos descubren a los malos toreros, pero David estuvo a la altura. Que temple tirando del noble animal. Lo llevaba tan embebido en la muleta que, con el hocico, hacía surcos en el albero. El chico no se
cansaba de torear y su oponente no se cansaba de embestir. Se le dio sus tiempos para recuperarse y vuelta a empezar. El Chaval, que era al segundo animal al que se enfrentaba en su corta carrera, estuvo solvente y sobrado. Nunca nos pareció que estuviera a merced de su enemigo. Muy al contrario, parecía que estaba muy ducho en estos menesteres. Disfrutó mucho y nos hizo disfrutar a los presentes. Hubo pases interminables por ambas manos arrastrando la muleta con un temple extraordinario. Nos pareció un alumno muy cuajado. Ese es el camino. Y cuando en la primera estocada salió rebotado y prendido no se inmutó y volvió a volcarse en un segundo intento enterrando todo el acero. Todos estábamos muy contentos, incluido Enrique, el mayoral, por el buen comportamiento del eral y la buena lidia que le había dado David, a pesar de su inexperiencia y juventud.
Estamos curtidos en este tema. Sabemos lo difícil que es esta profesión y el sacrificio que conlleva alcanzar el éxito y la fama, por eso nos causa enorme satisfacción ver a chavales que sueñan con la gloria y que son capaces, gracias a su buen hacer, de hacernos gozar con toreo del bueno. Es pronto para echar las campanas al vuelo, pero es obligación de quienes amamos la Fiesta de los Toros ayudarles y animarles para que cada día se sientan más capaces de conseguirlo. Por nosotros no va a quedar.
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