sábado, 12 de noviembre de 2022

 Manuel Fuentes Rodríguez “Bocanegra”.-

¡Córdoba platera!

la de los toreros valientes,

la que el corazón se le alegra,

con “Lagartijo”, “Guerrita,

y Manuel Fuentes,

“BOCANEGRA”.

De este último torero y de sus hazañas en los ruedos van estas modestísimas líneas, para que sirvan de recuerdo de quien fuera gran persona y un pundonoroso y valiente artista. Conozcamos su breve historia:



Manuel Fuentes Rodríguez, apodado “Bocanegra”, nació en Córdoba el 21 de marzo de 1837. Hijo del banderillero, Manuel Fuentes “Canuto”, quién tuvo dos hijos: Antonio “Hito”, novillero y banderillero, y nuestro héroe Manuel Fuentes “Bocanegra”, que comenzaría su carrera taurina en la cuadrilla infantil que fundara su paisano Antonio Luque, “Camará”. Quince años tenía cuando se presentó en su tierra cordobesa, por primera vez de banderillero a las órdenes de Luque González, (hijo del fundador de la mencionada cuadrilla), y de José Sánchez “Poleo”, para más tarde (años 1855 y 1856), formar parte de la cuadrilla del matador, José Rodríguez “Pepete”, (antes de que Jocinero atravesara con su pitón derecho el corazón del diestro de Córdoba) y finalmente, integrarse en la del diestro gelveño, Manuel Domínguez, aquél que, con su ojo derecho en la mano, arrancado por el pitón del toro Barrabás, lo arrojó a la arena del ruedo gritando: ¡Fuera Desperdicios!...de ahí, le vino el apodo.

Manuel Fuentes “Bocanegra”, tomó la alternativa de la mano de “Desperdicios”, en la plaza del Puerto de Santa María, el 31 de agosto del 1862, actuando de sobresaliente el sevillano, Jacinto Machío Martínez, con reses de Tamarón. El toro de su doctorado atendía por Recobero. Esa tarde mató de forma admirable cuatro toros, al resultar herido su padrino, como hemos comentado anteriormente. Desigual en su toreo era ágil y diestro para burlar a los astados. Sus faenas, a veces, no resultaban todo lo brillantes que debieran, por lo que, con frecuencia era reprobado de manera rigurosa, incluso por sus propios paisanos y algun que otro crítico taurino. Sin embargo, sí fue ligero y hábil con los rehiletes por lo que había tardes que era fuertemente aplaudido.

Confirma la alternativa en Madrid el día 5 de mayo de 1864, de manos del célebre estoqueador madrileño, “Curro Cúchares”, que le cedió la muerte del toro Romito de la ganadería portuguesa José da Cunha. En Madrid se había presentado por primera vez el 16 de junio de 1861, figurando como sobresaliente de espada de Julián Casas “El Salamanquino” y de Manuel Domínguez “Desperdicios”.

A partir de aquí, comienza a consolidar su categoría como matador de toros, con algunos altibajos artísticos. Es su entusiasmo, valor y amor propio, el que le lleva a preservar en su lucha con el toro. Pero su buena estrella se oscurece con la llegada al toreo de Rafael Molina Sánchez “Lagartijo”. El público se divide entre el toreo valeroso y bullidor de “Bocanegra”, y el más fino y elegante del que más tarde sería, primer Califa del toreo. “Bocanegra”, no se amilana y planta cara a Rafael y enseguida comienzan las discrepancias, los rencores y la enemistad entre ambos toreros. Pero pronto se impone la razón al admitir “Bocanegra”, la superioridad y supremacía de su primo “Lagartijo”; motivo por el que los dos toreros mejoran su relación y el 27 de enero de 1867, torean juntos en Córdoba ganado de don Rafael José Barbero, alcanzando ambos un gran éxito, sellando su reconciliación con un fuerte abrazo entre el aplauso unánime del público que llenó la plaza por completo.


Fuentes "Bocanegra", en uno de sus paseíllos en Madrid.

Las temporadas 1869-70 no las torea debido a un problema de la vista. Pasado de peso corporal y falto de agilidad, de cuando en cuando se vestía de luces para jugarse la vida. Es su primo Rafael quien sale en su ayuda para apoyarlo en su vuelta a los ruedos. La tarde del 18 de abril del 1872, “Lagartijo” es herido en Sevilla, y en la corrida del día siguiente es sustituido por “Bocanegra”, que obtiene un resonado triunfo al torear de manera brillante reses de Saltillo, rebasando en éxito a su compañero el sevillano Antonio Carmona “El Gordito”. Esa tarde “Bocanegra”, abandona  la Maestranza sevillana a hombros de los capitalistas. Los tres toros que le correspondieron atendían por los nombres: Cuervecito, Peñarizo y Cuajadito.

Este triunfo tan arrollador del torero cordobés, en mano a mano, con el diestro sevillano, “El Gordito”, le supuso una importante subida en su carrera profesional, además de un absurdo engreimiento que le perjudicó en su relación con “Lagartijo”, que hizo que reverdeciera, de nuevo, la antigua enemistad que hubo entre los dos parientes. “Lagartijo” se niega a torear más con él, lo que supone una pérdida muy grande para Manuel Fuentes. “Otro gallo hubiese cantado” y otro final más digno hubiese sido, de haber preservado su amistad con el Califa. Acaso se lo creyó, o tal vez, por exceso de celo de sus incondicionales, le hizo auparse a una fama que no por fugaz era menos merecida.


Manuel Fuentes "Bocanegra", en su mejor época.

La última vez que toreó en Madrid fue en corrida de Beneficencia celebrada con motivo de la inauguración de la nueva plaza, el 16 de junio de 1889. Se lidiaron reses de don Manuel García Puente, y Agustín Solís, para “Lagartijo”, Frascuelo, Ángel Pastor y “Guerrita”. Lesionado “Frascuelo”, fue reemplazado por Manuel Fuentes “Bocanegra”, al que le correspondió en primer lugar el toro de nombre Rosquillero, y el último que estoqueó se llamaba Chaparro, con los que tuvo una muy deslucida actuación, que motivó su retirada de los toros. Manuel Fuentes Rodríguez contaba a la sazón 52 años de edad.

Cuatro días después, el 20 de junio, se dio en la ciudad de “Los Caballeros Medievales”, Baeza (Jaén), una novillada para jóvenes promesas. Y hasta allí se desplazó “Bocanegra”, acompañado de su sobrino banderillero, Rafael Ramos “El Melo”, dispuesto a presenciarla. El ganado era de don Agustín Hernández y el cuarto novillo del encierro, sembró el pánico nada más saltar al ruedo. Aquel utrero de nombre Hormigón, ¡vaya tela!, colorado, grande y desarrollado de cuerna, traía a los torerillos “por la calle de la amargura”. Había derribado unas cuantas de veces a los montados, y perseguido y acosado todo el que intentaba arrimarse. El ruedo parecía poco menos que un campo de batalla. Ante tamaña situación “Bocanegra”, solicitó permiso a la presidencia para intentar ayudar a los inexpertos muchachos y, al tratar de hacer un quite el novillo, hizo hilo alcanzando al viejo torero antes de que entrara en el burladero, introduciéndole el pitón en su muslo derecho y dejándolo inerte en la arena. Ingresado en la enfermería le apreciaron una cornada de 40 centímetros de extensión por ocho de profundidad que le produjo grandes destrozos intestinales y la muerte al día siguiente (21 de junio de 1889), a consecuencia de una peritonitis traumática.

Y aquí acaba la dolorosa historia de un hombre bueno, valiente, pundonoroso, con un estilo seco, austero, reposado y solemne, natural y sin concesión a la floritura. Esa era su forma de concebir e interpretar las suertes del toreo que no es ni más ni menos que la marca que imprimió a su personalidad.


"Bocanegra", en su lecho de muerte, rodeado por miembros de su cuadrilla. Cuadro pintado por José Villegas Cordero, exhibido en el Museo de Bellas Artes de Madrid.

La tarde en que falleció Manuel Fuentes Rodríguez “Bocanegra”, se puso el mortal epílogo a una vida profesional cabal y honrada, que adquirió la fama que no supo aprovechar en su beneficio. De ahí en adelante, arranca la “Edad de Oro” de la torería cordobesa, que es como decir… de España entera.



Antonio Rodríguez Salido. –

Compositor y letrista.-

Escalera del Éxito 176.-


Jose Luis Cuevas

Montaje y Editor

Escalera del Éxito 254.-


UNAS FOTOS DE SU BIZNIETO DAVID FUENTES BOCANEGRA











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