viernes, 18 de octubre de 2019

EL DIESTRO MIGUEL ÁNGEL PERERA DA MUESTRA, UNA VEZ MÁS, DEL VERDADERO SENTIMIENTO
DEL TOREO 


Dos gestos que nos hacen sentir orgullosos de ser taurinos, con toda la carga emocional que los gestos que vamos a referir conllevan.
Mucho se ha escrito sobre el alma de los toreros, del sentimiento del toreo, pero nada mejor lo explica, que los dos gestos que Miguel Ángel Perera protagonizó, el pasado día 13 de octubre de 2019, en Zaragoza.
Boadella, en el punto primero de su decálogo en defensa de la tauromaquia dice: «El torero representa la encarnación más ortodoxa del héroe individual. Su valerosa acción nos sirve de catarsis a la colectividad, cuando comprobamos que pone en riesgo la propia vida con el fin de ofrecernos generosamente una visión de nuestras realidades más profundas. Una de ellas es la prodigiosa capacidad que podemos tener los seres humanos para vencer el pánico a la muerte. El torero nos lo muestra además a través de una enorme belleza que nos incita a identificarnos con su trance».
Quizás el gran maestro pacense recordó el poema de Lorca, al ver la sangre de su compañero, Mariano de la Viña, derramada en la arena:
                                                                  ¡Que no quiero verla!
                                             Dile a luna que venga
                                       Que no quiero ver la sangre
                                           de Ignacio sobre la arena.
                                             ¡Que no quiero verla!
Lo cierto es que, en un arranque sentimental de nobleza torera, Perera tomó un rastrillo de los areneros y él mismo cubrió la sangre derramada de su compañero Mariano en la arena, con los ojos bañados de lágrimas, como muestra la foto y el documento de Muriel Feiner y Victor Manuel García Rayo, que poco después inundaban las redes. Y es que «… cuando en la plaza aparece el auténtico torero –continúa Boadella en su Decálogo-, aquel que tiene madera de oficiante; aquel que
no realiza artimañas ni escepticismos, allí se acaba la fiesta y el circo. Allí nace otra cosa de naturaleza indescriptible, remota, ancestral…; Quizás se trata de la cita del hombre con lo sagrado. ¿No es hoy el arte un acercamiento a una idea posible de Dios?» –reitera el genial dramaturgo galo-
Minutos más tarde, cayó herido el propio Perera con una grave cornada, y de nuevo, surge de su corazón valiente, lo ancestral, lo sagrado…
Al entrar el diestro herido en la enfermería, le repitió al equipo médico: ¡primero salvad la vida de Mariano, que yo aguantaré lo que haga falta!
Del citado texto aparecido en redes sociales, tomamos estas bonitas palabras, surgidas, como apunta Boadella, de lo que es capaz de inspirarnos la grandeza del toreo, cuando nos lleva a identificarnos con los gestos de un gran torero como Miguel Ángel Perera:
«Después de esto, TORERO, no me queda más que rendirme, que ponerme de pie, que tirarte el sombrero, que decirte ole. Y me queda también soñar con que sigan naciendo personas con tus valores...y con tu casta. Gracias, Miguel Ángel. Muchas gracias».
Gestos como los que ha protagonizado Miguel Ángel Perera nos llevan a sentirnos orgullosos de ser taurinos. Con ellos, ha personificado lo que los buenos toreros guardan en el alma; lo que los hace valientes y distintos, con unos valores de los que, desgraciadamente, en los tiempos que corren, se adolece cada día más. En ellos se refleja la verdad y la grandeza del toreo, y ese sentimiento que nos mueve a los taurinos.
¡Grande, una vez más, Miguel Ángel Perera!
Domingo Echevarría 



REPORTAJE GRAFICO DE MIGUEL ÁNGEL PERERA EN PRIEGO DE CORDOBA 1 9 2019
POR: JOSE LUIS CUEVAS







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