lunes, 15 de junio de 2020

LA FERIA DE CÓRDOBA (I) 

Foto: Manuel Pijuan

In-memorian 

Poseo un libro cuyo título es: “TIEMPO DE FERIA”, regalo de mi entrañable y recordado amigo Pepe Ojeda Carmona, recientemente fallecido. A él, a su memoria, a su talento de gran artista plástico que fue, dedico este trabajo.
Abordar este ímprobo e intenso trabajo, ha supuesto, para el que escribe, un desafío apasionante. Se trata de Córdoba, nuestra ciudad, de desnudarla para exhibir algunos de sus velados encantos: imposible hacerlo sin el ardor propio de quien ama. Sin embargo en nuestro caso es algo paradójico; lejos del celo exclusivista del amante, este libro y la condición de socio de la Biblioteca Municipal y sus archivos, hoy, ahora, siente un gran placer compartir los motivos de su seducción con quienes hacen posible…, Córdoba cada día. Qué ustedes lo disfruten. 

La feria a través de los siglos 

Comienzo a escribir este resumen-historia, coincidiendo con los días en que pudo haberse celebrado, sino es por la dichosa pandemia del Covid19, el vigesimoctavo año de nuestra inigualable “Feria de Mayo” en el recinto ferial del Arenal.
Esta nuestra feria que comenzó siendo un mercado medieval allá en la Edad Media en que las comunicaciones eran escasas y el viajar comportaba ciertos peligros, el hecho de establecer ferias bajo la protección real era una buena manera de favorecer el intercambio de productos entre las poblaciones. Tras la conquista de la ciudad por los cristianos, la muralla que separa la Axerquia de la Medina comenzó a urbanizarse y la proximidad del río se convierte en un lugar de encuentro para los tratos comerciales.
Con este nuevo espacio ciudadano surge una amplia calle, perteneciente al barrio de la Axerquia o San Nicolás del Río, que propicia la instalación de puestos y en la que pronto se asientan toda clase de gremios cuya actividad mercantil, convierte la zona comercial en la Córdoba medieval y moderna. Esta calle pronto empieza a ser llamada por los cordobeses calle de la Feria (hoy San Fernando).

Según la leyenda recogida y transmitida por diversos escritores y eruditos cordobeses los orígenes de nuestra actual Feria de la Salud se remontan a 1665. En ese año, al parecer, unos labradores Bartolomé de la Peña y Simón de Toro estando en las inmediaciones de la Puerta Sevilla, encontraron en un pozo la estatua de una pequeña Virgen. Pronto corrió el rumor de que aquellas aguas tenían propiedades curativas, circunstancias que indujo a numerosos cordobeses a acudir al lugar para restablecer su salud y venerar la imagen como Nuestra Señora de la Salud.
En 1673, en el segundo día de la Pascua de Pentecostés o del Espíritu Santo, se inauguró para rendirle culto una pequeña capilla con una solemne procesión y velada. Así empezó la costumbre de que, durante la mencionada fecha litúrgica, las gentes se acercaran al lugar a rezarle a la Virgen.
Con la afluencia del personal llegaron los vendedores, de manera que acabó transformándose en un velada similar a la que por entonces se celebraban en las inmediaciones de la Iglesia de Santiago, por su festividad, o San Agustín, con motivo de la celebración de la Virgen de la Asunción.
Finalizando el siglo XVIII, Córdoba contaba con numerosas ferias, y aunque no tenían todas la misma importancia, llegaron a un punto de alboroto tal que resultó excesivo para el gobierno municipal de la época, por lo que el señor alcalde envió un escrito al Real Supremo Consejo de Castilla, solicitando la suspensión de las ferias por los escándalos que tenían lugar y el desorden generalizado.
El documento enviado retrataba parte del ambiente que se vivía en las ferias y en los lugares donde se celebraban, el hecho de señalar; “un amplio paraje, alto montuoso y con huertas,“ donde tenían cabida toda clase de caballerías para su venta y más de 400 tiendas, hace más que probable que este terreno sea el situado en los alrededores de la Puerta Sevilla, utilizado durante muchas décadas para iniciar la feria de ganado. 


Feria del Ganado, alrededor de 1915

La respuesta del Consejo de Castilla no se hizo esperar y fue contundente. A partir de 1 de agosto de 1789 se suspendían todos los festejos hasta tanto no se tomasen medidas para evitar los problemas de orden público. Pero tan drástica disposición, impopular a todas luces, debió de suscitar numerosas protestas, tantas que al año siguiente el Ayuntamiento reconociendo su error mandó de nuevo al Consejo de Castilla otra petición solicitando la continuación de las ferias en Córdoba aduciendo de que eran muy necesarias para ganaderos y agricultores, proponiendo el control de los desórdenes, si los hubiere, a los alcaldes mayores y justicias de la ciudad. En el mismo documento explicaba el Corregidor que no se permitiría colocar tienda alguna en el ferial sin que el interesado presentara licencia por escrito en la que quedase anotado nombre, apellidos y artículo de venta. Asimismo, al objeto de dar público conocimiento de las normas que regirían en la feria, se publicó un bando que las detallaba. Según éste, las tiendas permanecerían abiertas hasta las diez de la noche, de manera acorde a lo dispuesto por el Supremo Consejo de Castilla. En dicha hora se tocaría por tres veces un tambor como señal para echar los toldos y apagar las luces, so &pena de dos ducados de multa para quienes no guardaran esta disposición o permitieran que en los puestos de bebidas calientes o buñolerías hubiese mujeres mozas vendiendo. 

LA FERIA DE LA SALUD EN EL SIGLO XIX
Paseo de la Victoria 

Con la llegada del nuevo siglo, en 1800, el Corregidor de la ciudad, Gregorio Guazo, Gutiérrez y Calderón Alférez, reafirma el Paseo de la Victoria como lugar idóneo para la celebración de la Feria de Nuestra Señora de la Salud: “… por estar cerca la ciudad, tener suficientes asientos para comodidad de los concurrentes y formar calles de alamedas en que establecer o poner tiendas…”

Pero no solo lo espacioso del recinto pesó en el Consistorio. También la cercanía a la plaza de toros de la Merced influyó decisivamente en la elección. No será sin embargo hasta el 1820 cuando la feria de la Salud se ubicará definitivamente en los nuevos jardines del Campo de la Victoria. Para entonces, en la mudanza igualmente pesaría la construcción del cementerio de la Salud -en 1811- junto a la ermita de la Virgen. Es lógico pensar que la celebración de la feria en aquellos aledaños ya no sería muy del agrado de los cordobeses. 

La feria de Ganado 

La feria de ganado de Córdoba en el siglo XIX gozó de gran importancia, a ella acudían gentes de toda España, sobre todo a por caballos de pura sangre.
En sus inicios se situó en el propio Campo de la Victoria, pero debido a los problemas de espacio se trasladó al Campo de la Salud, entre el cementerio y el Campo de la Victoria. En un intento por racionalizar el espacio, el ganado fue distribuido según su clase ya fuera caballar, mular, vacuno, anal, de cerda o cabrío, agrupado en grandes y sencillas empalizadas; junto a ellas se instalaban las tiendas de los tratantes. Sobre todo se encontraban sementales, buenos burros y asnos para el campo. El “Rincón de la puerta de Almodóvar" fue durante años el lugar donde se instalaban los potros de pura sangre andaluces, orgullo de la tierra. 



Uno de los primeros registros de ganado y venta conservados en los expedientes de feria corresponde al año 1851 y habla de las ventas que hubo en la feria del 18 de junio de ese año en la que concurrieron: 410 potros, vendidos 47; 171 caballos, vendidos 19; yeguas 557, vendidas 78; mulas 348, vendidas 68; asnos 856, vendidos 124; vacas 856, vendidas 80; ovejas 3055, vendidas 600; cerdos 642, vendidos 93.
Este año concurrieron a la feria un total de 6.895 cabezas. A lo largo de la segunda mitad del siglo XIX fue en aumento, entre 16.000 y 26.000 cabezas.
Será en los últimos años del citado siglo cuando comience a anotarse un cierto descenso, caso del año 1892 que fue solo de 9.325 cabezas.
La Hermandad de Labradores propuso como medida para paliar la decadencia de la feria ganadera, que se adjudicarán premios en una Exposición Pública de ganado, y el Ayuntamiento creó una comisión para que se encargara de buscar terrenos destinados cada año a pastos y abrevaderos. Terrenos cedidos gratuitamente a los ganaderos para atraerlos a la feria. Pese a la buena voluntad del gobierno municipal y de las diferentes administraciones por mantener la feria de ganado, esta sufriría un irreversible declive, que comenzó en el año 1851, siendo alcalde de la ciudad Francisco Portocarrero quien tuvo
que abordar la lenta decadencia llegándose a establecer varios motivos que influían en la misma. Entre ellos, las corridas de toros. El gobierno municipal concluyó que la celebración en dos de los tres días que duraban la feria, restaba público al mercado. Para paliar esta causa, se decidió que los espectáculos taurinos se celebrasen la víspera del primero y el último día de feria.
Los programas de Festejos 

Acorde con el interés por aumentar los atractivos de la feria, el programa lúdico-festivo se fue también haciéndose cada vez más completo y diverso, no faltando los juegos pirotécnicos y las dos corridas de toros ya tradicionales que la afición taurina cordobesa convertían en el punto álgido de las fiestas. Una vez ya consolidada, en la mitad del siglo XIX, la zona de celebración de ellas, en las inmediaciones se comienza a construir en 1846, por un grupo de accionistas una plaza de toros: el Coso de los Tejares. 



El Coso de los Tejares.
La vertiente cultural llegó a la feria en el 1859. Ese año la programación de la feria incluyó por primera vez, la celebración de juegos florales, certamen literario con tres secciones -históricas, religiosa y de costumbres- al que concurrían escritores de la época optando a premios de románticas flores de oro y plata. Los poemas, relatos y demás trabajos presentados, solían tener lugar en el Circulo de la Amistad, en el mismo edificio que actualmente ocupa esta sociedad en la calle Alfonso XIII y que, con anterioridad fue Convento de Ntra. Sra. de las Nieves. Ese incomparable marco, estuvo presidido en el año 1862 por D. Ángel de Saavedra, Duque de Rivas. 


Las señoritas de Fernández de Córdoba dirigiéndose en coche de época a la Plaza de Toros.1924.

En el año 1865 a falta de festejos taurinos debido al incendio que sufrió el Coso de los Tejares el verano anterior, la Corporación se esforzó en cuidar especialmente los restantes. Para las carreras de caballos, que tuvieron lugar en el Campo de la Verdad, se engalanaron con banderas y gallardetes el Puente Romano, la Torre de la Calahorra y los palcos de autoridades, amén de contar en ellas con una banda de música. Los juegos Florales se hicieron en el Teatro Principal, siendo los temas propuestos “La Inmaculada", “El Gran Capitán " y “La Feria de la Salud".
Reconstruida la plaza de toros de “Los Tejares” en 1868, el público apreció el refuerzo de su solidez, y la elegancia y comodidad con que había sido dotada. Su reinauguración fue celebrada con la actuación de los famosos espadas Bocanegra y Lagartijo.
Los teatros 
de Córdoba ofrecían durante la Feria las funciones más importantes del año. El Principal o el Moratín representaban funciones procedentes de compañías prestigiosas. Unos años más tarde, en 1873, vino a sumárseles el Gran Teatro de Córdoba, obra del arquitecto Amadeo Rodríguez.

El circo 
también llegaba a Córdoba. Año tras año su venida levantaba expectación. En sus alrededores se congregabanmultitud de curiosos que observaban fascinados el desembarco de la caravana compuesta por personajes singulares y animales curiosos. Nada menos que cuarenta de éstos trajo, en
1870, el fabuloso Circo Zoológico Ecuestre de París, muchos de los cuales jamás vistos por los espectadores.
En el último tercio del siglo XIX la Feria de la Salud alarga su duración considerablemente ante la demanda de comerciales e industriales. Así, por vez primera en 1883 el entonces alcalde, marqués de Boil, dispone que pase de tres días a seis días. Los tres primeros días era dedicados para el mercado de ganado, distribuyéndose a lo largo de todos numerosos eventos festivos. Ese año se aposto fuerte por hacer una feria a lo grande con multitud de espectáculos, atracciones y juegos. La tienda del Círculo amenizó las noches de feria con cuatro bailes en su estrenada tienda de hierro. En el Gran Teatro, propiedad del banquero Pedro López, actuó la compañía de Opera italiana, con el tenor Enrique Tamberlik y la soprano Blanca Donadio. Otra compañía ecuestre y gimnástica ofreció funciones para todo tipo de público en el Teatro Circo del Gran Capitán, disputándose los días 17 y 18 dos carreras de caballos en el nuevo hipódromo. 


De que debió ser todo un éxito la prolongación de la feria, da fe el hecho de que en la siguiente de 1844 los festejos durasen ocho días. El Ayuntamiento en prevención de lo que pudiera ocurrir con tantas jornadas festivas, estableció un médico y un practicante en el pabellón del Fielato de la Victoria.
En 1890 acaeció un terrible crimen que ha perdurado en el recuerdo de los cordobeses durante generaciones y que, como nota de humor negro, puede dar idea de la gran afición taurina que había en la ciudad por aquél entonces. Todos los periódicos de la época se hicieron eco de la noticia. Una tarde de feria, en la que toreaba los famosos diestros “Espartero", “Lagartijo" y “Guerrita" apareció en el cuartel de la Guardia Civil un hombre que trabajaba en el cortijo El Jardinito (Propiedad del Duque de Almodóvar), denunciando el asesinato de la casera, las hijas de ésta, el arrendador y el guarda de la finca. El ladrón y asesino resultó ser Pepillo Cintabelde que fue descubierto disfrutando de la corrida de toros y apresado en la propia plaza. Confesó fríamente que fue a pedirle dinero a su amiga la casera para ir a los toros y que, no consiguiendo su propósito, la mató a ella y a todos los que estaban en la casa para que no lo denunciaran.
Sin embargo, nada como la singularidad de la becerrada en honor a la mujer cordobesa, que sobrevive hoy día, ilustra la devoción por el mundo del toro. La primera becerrada del Club Guerrita fue en el 1898. Estuvo promovida por el famoso torero Rafael Guerra “Guerrita”, como espectáculo para y por la mujer cordobesa, auténtica protagonista del día. A la muerte del torero, el Ayuntamiento quiso que la tradición no se perdiera y, así, año tras año, se repite este acontecimiento, clásico ya en nuestra feria de mayo. 

Tiendas y casetas del Real
El Paseo de la Victoria, como sede del Real, experimenta en este periodo bastantes mejoras. Las tiendas o puestos ambulantes se adelantan pasando a ser en el 1853 todas iguales, de madera y desmontables. Se establecieron lejos del peligro de derribo de la muralla que iba de la Puerta de Gallegos a la de Sevilla. Para proporcionar sombra y descanso al público, se instalaron toldos y sillas, a la vez que se dispuso que cuatro carros de pipa y dos de manga regasen el Paseo para combatir el polvo y la canícula. La tienda de madera del Ayuntamiento fue notablemente mejorada en 1874 y en 1877 el Circulo de la Amistad sustituyó su caseta desmontable al igual que el resto, por una elegante tienda de hierro que continúa aún en el mismo emplazamiento. 


Vista de la caseta de la Exposición Regional Andaluza de Aceites de Oliva en la feria de la Salud. 1915.

El Kiosco de la música es otra de las huellas que nos ha legado la historia de la Feria, Construida inicialmente de madera en 1885, solo dos años más tarde fue sustituido por un armazón de hierro, muy del gusto de la época. En él la Banda Municipal desgranaba su repertorio los ocho días de feria desde las seis hasta las ocho de la tarde, prolongando el horario hasta las 11 de la noche cuatro de los días.
En 1888 el gusto por la estética árabe hace furor. Numerosas fotografías la época muestran retratos de personas ataviados de esa usanza. La feria no escapa de esta moda, de manera que el Ayuntamiento instala casetas de ese estilo, confiriendo al Real un singular aspecto.
En 1896, la historia nos dice que hubo un incendio que causó importantes daños en las instalaciones. Durante la noche del día 24 de mayo, se produjo un terrible incendio, el cual destruyó 25 tiendas con objetos de bisutería y demás artículos y 8 casetas destinadas a espectáculos. Este incendio motivó al año siguiente la instalación, por parte del Ayuntamiento, de solo una hilera de pequeñas casetas alineadas al margen del Paseo y decoradas con banderas y gallardetes. 

Reformas del ferial 

Las reformas durante la segunda mitad del siglo XIX fueron constantes. Se decoraron tiendas con esteras y lienzos nuevos y en los jardines, se construye un pabellón cubierto de flores y plantas trepadoras. Pero ente la evidencia de ser insuficiente el Campo de la Victoria para albergar tanto al ganado como a la gente, se trasladó el mercado de animales al terreno comprendido desde el edificio del antiguo Convento de la Victoria hasta la Ermita de la Salud, dejando la puerta Gallegos como entrada a la feria, exenta de puestos.
En 1865, ante las necesidades de espacio que requería la populosa feria de Ntra. Sra.ö de la Salud, el municipio compró a D. Francisco García Hidalgo el ex-convento de la Victoria, derribándose el edificio para ampliar el Real y dejando la zona del huerto para jardines. Un año más tarde (1866), se levantaron unos nuevos jardines que embellicieron el contorno de la feria en el otro extremo, gracias a la adquisición de una dehesa frente a la estación de ferrocarriles por el entonces alcalde D. José Ramón, de Hoces y González de Canales duque de Hornachuelos. Esto nuevos jardines llamados de la Agricultura, debido a la diferencia de nivel con respecto a los de la Victoria, fueron conocidos popularmente como jardines bajos y los otros altos. Un estanque separan ambos espacios. Un aspecto que cambió notablemente el recinto ferial fue la iluminación. En 1874 se reunió la comisión de ferias ante la proposición de D. Peregrin Mestre para establecer luz eléctrica en toda la feria.
Estando ya de alcalde D, Juan Tejón y Marin unos nuevos jardines “a la inglesa", los del Duque de Rivas, se plantan en el Campo de la Victoria y por un acuerdo de 18 de enero de 1892, se impone a los empleados municipales el contribuir con una planta, arbusto o maceta para engalanar los nuevos jardines. 

Del Tradicional mercado
A la moderna exposición
La Gran Feria de la Salud de 1900 presenta en muchos aspectos una continuidad con relación a las de finales de siglo. No obstante, ella, al igual que las del resto del país o las europeas, acusa en este periodo la decisiva transformación de la modernidad: la que lleva a evolucionar el mercado, origen del evento, hasta convertirse en Certámenes y Exposiciones en los que se pone de manifiesto los progresos de artistas e industriales. En el caso de Córdoba merece una especial atención la consolidación durante el pasado siglo XX de la Exposición de aceites de oliva, realizada por primera vez por la Cámara de Comercio e Industria de Córdoba en la feria de 1899. 



Esta exposición estaba impulsada por su presidente D. Carlos Carbonell y Morand, evidentemente ligado con los intereses de la Casa Carbonell, y que había apostado fuertemente por el desarrollo de la industria del aceite de oliva y, especialmente, por la necesidad de impulsar la rentable exportación del mismo al extranjero. Para ello necesitaba que el aceite no solo tuviese calidad, que ya la poseía, sino que tuviese además una exquisita presentación.
La importancia de la exposición de aceites era, su significación en cuanto al esfuerzo de modernización de la producción del aceite de cara a la exportación que si merecía ser tenida en cuenta.
De hecho, las ferias cordobesas de las primeras décadas del siglo XX tendrían una importancia no desdeñable en cuanto a exposición de los avances que se producían en ramas de la agricultura, la ganadería y la incipiente industria, que, en algunos casos como en el de la factoría de cobre popularmente conocida como “La Electromecánica", hacían referencia a una seria consolidación industrial. En 1900 y para un país que acababa de salir del tremendo mazazo militar, moral y psicológico todo intento de “progreso” y mejora seguramente contribuiría a elevar la moral de los ciudadanos.
Otro evento, que incidía en la dirección del progreso económico, fueron las exposiciones de ganados, como la celebrada en la antesala de la Feria, durante los días 1 y 2 de junio de 1900. Esta exposición tenía una gran importancia económica y era, al mismo tiempo, un espectáculo para buena parte de los visitantes de la feria. Como se constatará más adelante, su importancia fue decayendo a la medida en que avanzó la mecanización del campo, a partir de las décadas de los cincuenta y sesenta del siglo XX. No
obstante, hay señalar que Córdoba tuvo una gran cantidad de exposiciones y concursos de ganado en el primer tercio del citado siglo. 

Actividades sociales y culturales
Dentro de las actividades sociales practicadas en la feria, los bailes organizados en la espléndida caseta del Círculo de la Amistad (hoy convertida en el Mercado Victoria), fueron durante buena parte del siglo y por menos parte de la sociedad cordobesa, un excepcional evento que brillaba con luz propia durante los días de feria. No era un baile abierto a todo el mundo, sino un lugar de encuentro reservado a las pudientes clases sociales encuadradas en el propio “Círculo" o relacionadas con el mismo. 


Damas en el tiro de pichón. Recuerdos de feria. 1927.

Naturalmente había baile populares en otras caseta, cuestión que se iría afianzando y expandiendo a lo largo del siglo, pero en las primeras décadas del mismo, las fiestas del Círculo de la Amistad gozan de una especial relevancia y son un espejo en el que se miran otras clases sociales. Otros bailes que en su época tuvieron eco fueron los de la “Verbena Roja", organizado por los estudiantes, y celebrados en la caseta de los ferroviarios.
Toda la actividad de la Feria de la Salud implicaba desde luego una gran cantidad de gastos, especialmente gravosos para el raquítico presupuesto del Ayuntamiento cordobés de primero de siglo. Para ayudar a costearlos, la Junta de Festejos recaudaba donaciones entre la élite de la sociedad cordobesa, quien, lógicamente esperaría que se contribución quedase reflejada de alguna manera en la Feria. Esta razón ayuda a entender que, en la programación oficial de estos años, se incluyan numerosas actividades practicadas fundamentalmente por las clases más pudientes de Córdoba, amén del innegable glamour que solo su anunciado prestaba a la feria.
El teatro la ópera también figuran entre las atracciones que la Feria presenta. En los primeros años del siglo XX los teatros que operan en la feria son el “Gran Teatro" (inaugurado en 1873) y el “ Teatro Circo”. El primero ofrece, a veces una programación más selecta (ópera, dramas y alguna que otra revista), mientras el segundo tiene una programación más ligera (zarzuelas, funciones cómicas, gimnásticas y variedades de diverso tipo.
La música tenía también una muestra en los concursos de bandas organizados por el Ayuntamiento. En 1900 se inscribieron ocho, muchas de ellas militares; en 1928 el concurso estuvo abierto a las agrupaciones de la provincia. Con frecuencia las Bandas de música tomaban parte de una “Diana" matinal (en 1902, a las siete de la mañana) con la se anunciaban el comienzo de las fiestas. En ocasiones, durante la feria se ofrecían conciertos de una gran calidad, siendo asiduos los impartidos por el Real Centro Filarmónico de Córdoba o por alguna orquesta foránea como la Sinfónica de Madrid que actuó en 1928, así como otras veces.
Continuará… 

Antonio Rodríguez Salido.-
Compositor y letrista.-

Escalera del Éxito 176.-






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