jueves, 16 de julio de 2020

El brindis o saludo de los toreros 


Es un gesto mediante el cual el torero ofrece su faena a una persona determinada o al público en general presente en la plaza. A nadie se le escapa que la acción de dedicar el torero la labor que va a realizar a un toro tiene como nombre: el brindis.
Lo correcto para realizar este acto, es que el matador armado de espada y muleta que ha de utilizar, las lleve en su mano izquierda y, al llegar ante quién o quienes desea dedicar su labor, se cuadre, acto seguido se descubra y hable lo que tenga por conveniente, accionando con la otra mano, en la que llevará cogida la montera que luego con garbo al acabar su brindis la arrojará, y así, descubierto y con la muleta desplegada se dirigirá a la cara del toro para comenzar la faena. Hoy, por lo general, se hace montera en mano. De los pocos toreros que se hayan visto que siguieron el ritual de la forma antigua, que yo recuerde, ha sido el maestro alicantino Luís Francisco Esplá que, a veces, toreaba de muleta con ella encajada en su cabeza.
Los brindis son una costumbre antiquísima. Hay opiniones que la hacen remontarse a la época romana y quieren ver sus antecedentes, en los saludos de los gladiadores que luchaban con fieras y, hasta consideran que el brindis de los toreros pudiera ser una imitación del saludo “Ave César…”. Esta fórmula o este permiso (que ambas cosas creemos que puede significar el acto del brindis), es tan antiguo como la Fiesta misma, y así podemos precisar que se practicaba antiguamente como en los tiempos actuales. 


Hasta el año 1992 estuvo vigente en los reglamentos taurinos la norma que obligaba a que el primer toro de cada matador debía dirigirse al presidente de la corrida y hacer la dedicatoria, al menos como acto protocolario después a otra persona como demostración de afecto o al público en general.
Solo hay una excepción, cuando el estoqueador sufre un accidente que le impide terminar su cometido, no es de rigor el brindis en el espada sustituto, y por lo tanto no se lleva a efecto. Una vez reformado el reglamento, la regla cambia, y manda que los toreros desmonterados soliciten permiso al comienzo de la faena de muleta de su primer toro, con solo un saludo al presidente de la corrida. Como verán, los brindis no han sido ajenos a la constante evolución del toreo a través de los siglos.
En sus orígenes el brindis se hacía al finalizar la faena -una vez muerto el toro- y solamente si su actuación era del agrado del público. Entonces, el torero se dirigía a una persona relevante y le brindaba la muerte del toro y éste le tenía que corresponder arrojándole monedas. El público las contaba contemplando las veces que el matador se agachaba -porque el matador las cogía de una en una-. Si el torero no se agachaba muchas veces se entendía que el brindado no se había mostrado generoso, entonces le tildaban de tacaño y le armaban una buena bronca, su actitud no era bien vista. 


Antaño los toreros de profesión al ir a brindar la muerte al rey o reina, incaban la rodilla en tierra, saludando humildemente. Esta vieja costumbre desapareció en Madrid en el año 1854, por no atreverse los matadores a brindar o saludar de esta forma, ante las airadas protestas y silbidos del público, que no consentía tal servilismo. Muchas son las anécdotas que han protagonizado los toreros al hacer una dedicatoria. Les vamos a referir algunas:
El famoso espada “Curro Cúchares" toreo en una ocasión en París en presencia de Napoleón III, (una corrida organizada por la emperatriz Eugenia), ganándose la simpatía del emperador. Como el espada vio que en tierra francesa a todo el mundo se le llamaba “Bous" -que él oía “Bu"-, el brindis que pronunció el diestro al ir a matar al primer toro, previamente advertido de como se pronunciaba en francés la palabra “usted" con la mayor seriedad dijo: “Brindo por vu, por la señora de vu y por to’s los vus de Francia”.



No hace tantos años los brindis eran un pequeño discurso. Se cuidaba mucho lo que se decía. Un novillero que fue a debutar a Murcia llevaba aprendido un bello párrafo en elogio a la ciudad y sus habitantes. Pero el cornúpeta salió difícil y cuando llegó la hora de empuñar los avíos de matar, estaba tan nervioso y preocupado que se le olvidó el bonito brindis que tenía en cuestión) . Al dirigirse al palco presidencial para brindar a las autoridades y al público en general le salió lo siguiente: “Brindo por el presidente, por Murcia y por todos los… murciélagos”.
Anteriormente algo parecido le había ocurrido al primer Califa del torero Rafael Molina Sánchez “Lagartijo", en la plaza de toros de Granada llamada de “El Triunfo". La referida plaza fue inaugurada el día 3 de abril de 1880 con una corrida de Miura que debían de estoquear “Lagartijo", “Frascuelo" y “Cara Ancha". Para tal evento un escritor granadino redactó un brindis para que lo pronunciara el diestro cordobés en el primer toro, en cuyo discurso se hacía mención hasta de los Reyes Católicos y del rey moro Boadil “El Chico”; y aunque “Lagartijo" se lo aprendió de memoria, se le olvidó en el momento solemne de pronunciarlo, saliendo del paso diciendo: “Con su permiso, brindo por Usía y…por muchas otras cosas que se me han “orviao"… Y también por el Chico del Boadil…” ¡Ezo é! 


Alejandro Alvarado “Alvaradito" era un ceramista del barrio sevillano de Triana y pronto obedeció a los deseos de su vocación taurina. Con 16 años ya comenzó de banderillero en la cuadrilla de “Quinito". Se cuenta que el tal “Alvaradito" tenía una cabeza bastante voluminosa por lo que usaba una montera apropiada para cubrírsela. Una tarde que toreaba en la Maestranza, le salió un novillo que había sido muy bueno en los dos primeros tercios por lo que le preguntó a su peón de confianza “Arandita”: “¿Tú crees que el novillo está para brindarlo al público? Y “Arandita" que era un guasón le contestó: “Creo que sí debes brindarlo, pero no dejes la montera en el albero, que no vas tener sitio pa' torear…
Cuentan como cierto, del espada Francisco Arjona “Currito", que en 1883, la tarde que se dio en la plaza de toros de Madrid, la corrida en obsequio del
príncipe de Alemania, Federico Guillermo, al que le acompañaban los monarcas españoles don Alfonso XII y doña María Cristina; fue llamado como sus compañeros , Lagartijo y Fernando “El Gallo" a subir al palco regio, con objeto de que S.A.I. pudiese ver de cerca a los toreros y saludarlos.
Éste, al tenerlos en su presencia, dicen que dijo: ¡Starke mauner nud schone fest!. Que traducido quiere decir: ¡Bravos hombres y hermosa fiesta!
“Currito" sintiéndose obligado a saludar, interpretando a su manera lo que acababa de oír, entendió que esto debía ser que le ofrecía una estancia en su palacio de Sajonia, y adelantando la mano al príncipe va y le dice: “Grasia emperaó”; en el barrio de San Bernardo en Sevilla, tengo yo otra pa' osté superior, que desde ahora es suya.
En agosto de 1884 debutó en San Sebastián Emilio Torres “Bombita” y tan nervioso se puso, que al brindar dijo: “Buenas tardes, señor presidente. Brindo por usía y por los buenos aficionados de Bilbao... Advertida la equivocación, soltó una carcajada, y se acabó el brindis.
Mucho se comentó el brindis que hizo un maletilla que actuaba en la improvisada plaza de Arrancudiaga (Vizcaya) localidad cercana a Durango, con ocasión de lidiarse, con motivo de las fiestas, unos toracos de impresionante arboladura, que causaban pánico solo con mirarlos. Al acercarse a brindar la muerte del primer astado el maletilla de turno bajo el balcón del Ayuntamiento, convertido en flamante palco presidencial, todo el mundo quedó extrañado del brindis dedicado a la primera autoridad municipal.
El supuesto matador que era de Ibarrenguélua, y prefería ir a la cárcel mejor que matar al pavo aquél, se destocó con mucha ceremonia y con voz bien clara, para que no hubiese lugar a dudas, se encaró con el usía: “Bien tranquilito estas ahí, Pachi; pero ¿Sabes que te digo? Que eres un sinvergüenza y un ladrón. Y si tienes huevos baja de ahí, mujerzuela, que te voy a partir to's los morros. 



El alcalde conociendo las intenciones del “valeroso" diestro no hizo el menor caso de sus insultos )y solo le indicaba que fuese al toro y que luego hablarían, cosa que volvió a repetir en cada retahíla de ofensas del torero al presidente.
Viendo aquel maletilla que todo lo que dijera a aquel hombre sería inútil, se llevó los puños cerrados a sus sienes y con los dedos índices extendidos hizo, mirando al alcalde, un gesto harto significativo que la máxima autoridad ya no pudo aguantar y tras gritar desde el balcón: “¿Tú llamarme a mí “guey?”…Se lanzó a la improvisada arena y le soltó al insolente muchacho tan impresionante “castañazo” en el ojo izquierdo, que lo dejó KO por un buen rato, por lo que tuvo que ser retirado en brazos de las asistencias que era un grupo de chavales que llevaban la “sillita de la reina".
Otro hábito de brindar se ejecuta, generalmente en los banquetes, cuando se homenajea a algunos de los presentes. “Cúchares” tenía muchos deseos de visitar Una vez allí, el diestro se mostraba cansado de tanto escuchar elogios a la capital francesa y antes de abandonar su suelo, algunos admiradores del
torero acordaron darle una comida homenaje en su honor, donde se reunieron unos cien comensales, casi todos ellos franceses. Llegó el momento de los brindis. Obligado el maestro a decir unas palabras, a pesar de sus negativas, y ante la insistencia de sus admiradores, no tuvo más remedio que levantarse, y cogiendo una copa dijo: “!Bueno!... Pues vaya por la salú de to's los extranjeros… y se dejó caer sobre la silla, sin comprender que acababa de brindarse así mismo. 


Si hay un brindis famoso es el de Rodolfo Rodríguez “El Pana", que dedicó. su última faena en la Monumental de México a las prostitutas.)
Así se expresó “El Brujo": “Quiero brindar este toro, el último de mi vida de torero en esta plaza, a todas las daifas, meselinas, meretrices, prostitutas, suripantas, buñis, putas, a todas aquellas que saciaron mi hambre y motivaron mi sed cuando “El Pana" no era nadie, y me dieron protección y abrigo en sus pechos, en sus muslos, base de mis soledades. Que Dios las bendiga por haber amado tanto. ¡Va por ustedes!
Rafaé “El Gallo" alternaba con su hermano “Joselito" que acababa de torear a su toro con una gracia, una elegancia y un arte, que había dejado roncos de dar gritos de alegría a los espectadores. Cuando le llegó la hora de matar, Rafael que hacía los brindis extremadamente largos, se quitó ceremoniosamente, la montera, hizo una flexión frente al palco presidencial, y brindó. Luego brindó a un amigo; para después hacer otro brindis… “por la mujeres de bandera”. Acto seguido se fue con paso firme y sereno al centro de la Plaza, con la montera en la mano giró y brindó por “el sol", por “la sombra" y por los “buenos aficionados de Seviya". En la Plaza no se oía ni una mosca. El público expectante contenía la respiración. Todos los ojos estaban clavados en el torero gitano. Se esperaba la faena cumbre. En un rincón de la Plaza protestaba el toro, sujeto por los capotes de su cuadrilla. Pero todavía faltaba otro brindis. Un torero amigo suyo que estaba en el tendido. “El Gallo" le tiró la montera, diciéndole: “Brindo por el torero “honrao", porque se coma lo que ha “ganao"…. Y por fin acabados los brindis, en vez de irse al toro, se acercó a su hermano “Joselito" diciéndole: “Ya he “brindao” José; ahora, toma y mátalo tú”…
Finalizamos este “juguete" mío, con uno de los brindis más polémicos de la historia que la Tauromaquia tuvo que ver con uno de los principales males endémicos del periodismo taurino, posiblemente, el más importante: “el famoso sobre". Ya saben…la cantidad de dinero que el torero, supuestamente, entregaba, al periodista o cronista de un determinado medio para que este destacase su actuación en la reseña o crónica que tenía que hacer de la corrida, independientemente de que así fuera o no.
El caso es que el torero astigitano Jaime Ostos apodado “Corazón de León”, a finales de los años sesenta, realizo un brindis que dio muchísimo que hablar.
En el transcurso de una corrida televisada desde la plaza de toros de Marbella el diestro ecijano brindó su primer toro al periodista y comentarista de la TVE, Manuel Lozano Sevilla al que puso verde acusándole sin tapujos y ante toda España de se “trincón”, al practicar la más que dudosa práctica del sobre (valga la redundancia). A partir de ese momento, “el taquígrafo de Franco” dejó de trabajar en los medios al ser despedido como represalia ante tal desmán. Algunos años más tarde, en una entrevista, Jaime Ostos explicaba el porqué de este polémico brindis de la siguiente manera: “”A Lozano Sevilla le pagábamos los toreros del momento dos millones de pesetas por temporada, para que nos pusiera bien. Pero por lo visto al señor le parecía poco y un día apareció el niño, su hijo, que era un chico muy guapo que se pasaba las horas muertas jugando en el casino, y me dijo que su padre quería más dinero. Bueno, le dije, a la vuelta de América hablamos. Pero mira por donde a mi regreso me entero de que la información que había dado de mi temporada americana nada tenía que ver con lo sucedido. A veces incluso ni me nombraba después de cortar orejas. Así que le hice saber que no había ni un duro más. Y empezó a darme leña. Esa tarde de la que hablamos, aprovechando que estaban las cámaras de la Televisión, le dije que si quería dinero de los toreros se pusiera el vestido de torear y que dejara de robarnos. ¡Nos exigía cuatro millones a los de primera fila¡…Franco lo apartó de inmediato. Lozano Sevilla me puso una querella pero como tenía pruebas le gané el juicio”.
Como punto final cuento la anécdota siguiente que viví en primera persona: serían a principios de los años setenta cuando varios compañeros de la misma empresa nos implicamos en llevar a torear -en un “seilla seiscientos” de uno de nosotros- al novillero Rafael Roldán “El Cachorro” al pueblo de Fuencaliente cerca de Puertollano. Decir que nosotros éramos Rafael Flores “El Pesca”, mozo de espadas del torero de las Margaritas, Rafael de las Heras, dueño del vehículo, Facundo Rojas Muro apoderado y quien esto escribe. El cartel lo componían “El Cachorro”, Pereita, y…un chaval de Sevilla. La novillada resultó accidentada. Un novillo de salida arremetió contra un burladero y hubo de tardar cerca de una hora en reparar aquel destrozo, por lo cual, el festejo terminó entre dos luces. De la parte artística, por la parte que nos tocaba, muy malamente. A nuestro torero le dieron dos avisos en uno y en el otro palmitas a la voluntad. Pereita palmas en los dos y el chavalito de Sevilla…ese sí cortó dos orejas. A la vuelta, ya metidos en la noche, al llegar a Cardeñas dice Facundo Rojas que había que parar para dar la información a Radio Córdoba del resultado de la novillada. Una vez finalizada la llamada nos pusimos de nuevo en marcha y llegando a Montoro vemos que un coche por detrás nos hace señales de que paremos a lo que Facundo se niega rotundamente. El amo de coche hace el intento de parar y ver que ocurre y Facundo de nuevo le dice: “Rafa por tu madre, no pares que nos matan. Estos tíos llevan radio y han escuchado la crónica que le he “dao” a López Cansinos, que las dos orejas las ha cortado éste….se refería a “El Cachorro". Sin comentarios…. 

Antonio Rodríguez Salido. –
Compositor y letrista. –
 Escalera del Éxito 176.- 




Brindi de Finito de Córdoba a su padre

Saludo de Rafael Rosa 

Brindi de Juan Ortega a Su padre


 Saludo de David Mora


 Saludo de Juan José Padilla






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