lunes, 18 de agosto de 2025

 LA ESPAÑA QUEMADA




Queman la España rural. Ésa que mantiene la Tauromaquia. Ésa que conserva como nadie el medio ambiente, tanto las dehesas como las campiñas, los humedales o las montañas. Ésa que nos da de comer y le ha dado a todas nuestras generaciones anteriores. Ésa que "se levantó siempre brava", como decía Miguel Hernández, cuando no podía aguantar tantas injusticias. Ésa que se ha rebelado no hace mucho y no le hemos hecho ni caso. 

Èsa que no se cree nada de lo que aparece en nuestras 'pantallitas'. Ésa para la que vivir mejor no es vivir más 'cómodos', controlados, engañados e inducidos. Ésa que no confunde progreso con dependencia, sino todo lo contrario. Ésa que lucha por seguir siendo independiente y no sumisa. Ésa que no acepta las limosnas del poder a cambio de sometimiento. Ésa que quiere seguir ganándose el pan con sus brazos y el sudor de su frente. Ésa que ya no aguanta más.

Y no la queman sólo por los tremendos incendios de los últimos días, sino por las medidas que desde hace mucho tiempo se toman en la ciudad para hundir cada vez más a los habitantes del campo. Ésos que "cuando hay vino, beben vino, y si no hay vino, agua fresca", como canta Serrat. Ésos cuyos antecesores fueron seguidores de Frascuelo, El Gallo, Belmonte o Manolete, y ellos mantienen esa tradición y riqueza cultural como son los toros, porque saben que el pasado es lo que nos da principios, valores e identidad como pueblo. Lo único que les ha permitido aún resistir ante el feroz acoso de los fariseos que no paran de inventarse palabras peyorativas, como la 'España vaciada', y contar mentiras para echarles de sus tierras poco a poco.

Ahora permiten que se quemen miles de hectáreas forestales. Ésas que los falsos ecologistas dicen defender, pero que en los incendios nadie les ha visto por ningún lado. Terrenos abandonados, no como las fincas donde se cría el toro bravo. Allí, cuando se ve el más mínimo humo, que no sea del tabaco, se apaga de inmediato. Pero en las tierras desoladas, porque los hipócritas 'animalistas' expulsaron de ellas a sus habitantes con sus imposiciones falaces, no hay ya nadie que pueda avisar cuando algo prende, por lo que sea, hasta que ya es demasiado tarde y se le ha dado demasiada ventaja al inmisericorde fuego.



Y detrás de todo esto también está el gran negocio de la destrucción, como pasa con las guerras, porque se invierte poco en conservar de verdad el medio ambiente, pero sí que luego unos pocos se enriquecen muchísimo en las tareas de repoblar lo quemado. Y estos delincuentes, de chaqueta y corbata a la última, no tienen escrúpulos para ganar dinero cómo haga falta. Pagan a mercenarios sin dignidad ni vergüenza. Tres, cuatro o los focos que hagan falta, cerillas o mecheros encendidos y gasolina al canto, y para adelante. Terroristas sin piedad, aunque con 'agenda'. 

Estos impresentables e indeseables son los mismos que machacan a los agricultores y ganaderos con las imposiciones de precios de sus grandes centros comerciales y distribuidoras de alimentos, que compran a uno lo que luego venden a 25. Los mismos que mandan a su antojo a los gobernantes y políticos, porque ellos mismos financian sus partidos a cambio de dirigir sus decisiones, para que hundan a los productores más débiles. Y lo hacen aquí y en el fin del mundo. Por eso llaman a nuestra era actual la del 'globalismo'. Menudos delincuentes mundiales.

Las ganaderías de toros bravos siguen preservando de toda esta barbarie a grandes extensiones de tierras de España, que por ello siguen teniendo 'alma', como proclamaba Antonio Machado. Las imposiciones de los antitaurinos no paran de vaciar el medio rural, que dicen defender de boquilla, con altavoces, notas de prensa o pancartas, mientras siguen recibiendo las subvenciones gubernamentales y recompensas de sus mecenas, que se mueren de ganas de echar, de una vez por todas, al toro bravo de unos espacios naturales privilegiados, modélicos de conservación e idílicos como ecológicos, para invadirlos ellos con sus campos de golf, 'casoplones' o reservas, lo de 'resort' me da asco, para turistas embaucados e ingenuos.

Estoy seguro que, si en las miles de hectáreas quemadas por estos trágicos incendios, hubieran existido fincas extensivas de ganado, los daños habrían sido infinitamente menores. Por eso, y por la supervivencia de la España brava de verdad, tenemos que defender cada día más nuestra Tauromaquia como señal de identidad y de independencia y liberación ante los que sólo quieren la destrucción de nuestro pasado y nuestro hábitat natural, para imponer su 'realidad' interesada y artificial. 

Descansen en paz los fallecidos por estos fuegos asesinos y gracias eternas a todos los que los están combatiendo. ¡¡¡Va por ellos!!!

Antonio Cepedello

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