lunes, 11 de agosto de 2025

 NIÑOS ULTRAJADOS




Niños pasando hambre. Niños muriendo en guerras. Niños violados. Niños sufriendo acosos de todo tipo. Niños explotados en el trabajo. Niños esclavizados. Niños sin escuelas. Niños sin padres o niños sin juguetes. Y la Fundación 'Franz Weber' se entretiene en ultrajar a la población infantil, al denunciar que en un festejo taurino, celebrado el pasado 3 de agosto en Pegalajar (Jaén), se rebajara el precio de las entradas de los menores. Es para..., o no? Lo de los antitaurinos es que no tiene arreglo.

Menos mal que las medidas coercitivas que atentan contra la lógica suelen tener un efecto contraproducente para los que las llevan a cabo. Esto ocurre con la mayoría de las denuncias presentadas por los falsos 'animalistas', porque todas ellas lo que intentan es prohibir, imponer su criterio y perjudicar a la Tauromaquia, debido a que no les gusta, entienden ni conocen ni mucho menos. Sin pruebas fehacientes algunas, ni base científica tampoco. Estos ataques se convierten en realidad en publicidad y promoción gratuita para nuestro sagrado rito milenario.

Esta última denuncia absurda y dictatorial se basa en la barbaridad de que "abaratar el precio de las localidades infantiles es contrario a dos objeciones formuladas por el Comité de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas". Como si la ONU no tuviera más problemas que resolver en todo el mundo que impedir la entrada de los críos a las plazas de toros. Inadmisible.

Esta asociación alega que los espectáculos taurinos provocan "crueldad y violencia en los grupos vulnerables". No existe ni existirá nunca un diagnóstico médico ni sentencia judicial donde aparezca la afición a los toros como la causa de una agresión o un asesinato. Estos hipócritas pueden divagar todo lo que quieran y educar a sus hijos cómo lo deseen y les dé la gana, pero que no se metan en los valores, principios o didácticas de los demás padres, tanto los taurinos como los seguidores de otro tipo de afición tan noble, digna y legal como la nuestra.



Para afirmar algo son necesarias pruebas, y más cuando se piden duras y graves medidas en contra de alguien. ¿Conocerán estos señores a algún crío que haya agredido a alguien tras ver una corrida o ni siquiera varios días después? ¿Habrán visto a alguien salir de una plaza de toros dando golpes o disparos? ¿Habrán ido alguna vez a un tendido para comprobarlo? Está claro cuál es la respuesta a todas estas preguntas. Por lo tanto, en qué se basan para afirmar lo que aseguran. Será en sus parciales, tendenciosos y manipulados estudios sicológicos o sociológicos, que están elaborados, financiados y difundidos por ellos mismos y sus multimillonarios mecenas. 

Todas estas contradicciones y faltas de rigor científico provocan que el resultado de estas críticas destructivas no perjudiquen a la Tauromaquia, sino que se conviertan en una publicidad y promoción gratuita para nuestro legendario arte universal. La citada denuncia de esta fundación, cuyo miembros son contados y les conocerán en sus casas a la hora de comer, provocó que los padres que querían llevar a sus hijos a los toros, lo hicieron con más empeño todavía, y que también los que se encontraban en dudas de hacerlo o no, se decidieron por lo primero, para defenderse de quienes intentan educar a sus hijos según criterios ajenos. Y no se conforman sólo con eso, sino que además quieren eliminar los sentimientos, costumbres, tradiciones, valores, principios y riqueza cultural, entre otras cualidades personales e intransferibles de los aficionados taurinos.

Lo dicho, gracias por vuestro apoyo malintencionado a la Tauromaquia, pero por dignidad y lógica, no perdáis más el tiempo con demandas tan impresentables e injustificables como la de Pegalajar. Cada cuál puede hacer el ridículo cómo y cuándo quiera, pero sin utilizar para ello a los demás. Y menos aún a los niños y a sus padres.


Antonio Cepedello

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