Hermandad de Nuestro Padre Jesús Caído
A raíz de la publicación del poema que dediqué a mi amado nieto David Rodríguez Alonso, cofrade y costalero del paso de Nuestro Padre Jesús de la Rendición, he recibido numerosas felicitaciones de personas amigas, y de aquellos otros que bullen o trastean constantemente en las redes sociales. Tanto unos como los otros, me invitan a continuar publicando las coplas litúrgicas que tengo escritas: las Saetas. Éste canto ha sido, desde los tiempos más remotos, compañero inseparable de las conmemoraciones religiosas que los pueblos han tributado a sus dioses. La saeta, como cualquier otra producción musical, no puede ni debe aislarse del resto de los acontecimientos socio-culturales correspondientes al medio en que nace y se desarrolla. Su vinculación con la Semana Santa andaluza es tan firme que Ricardo Molina, uno de los más prestigiosos intelectuales que han estudiado el fenómeno flamenco, aseguró que está tan estrechamente unida con las procesiones de Semana Santa de Andalucía que no se concebirían éstas sin aquélla.
Como quiera que el racimito de saetas que he escrito tiene como destinatario, Nuestro Padre Jesús Caído, permítanme que primero de a conocer los antecedentes de la Hermandad, que fue creada allá en los últimos años del siglo XVII con la donación de la imagen de Jesús Nazareno por el canónigo catedralicio Francisco Bañuelos y Murillo hacia el 1676. La fundación de la Cofradía tiene fecha de 1765. El barrio de Santa Marina se vuelca con gran fervor hacia la imagen de Jesús. Es el prior de la comunidad carmelita, Fray Andrés de Santa Maria, el que impulsa la formación de la Hermandad, cuyo hermano mayor sería José Julián Vázquez.
Es en el 1779 cuando tiene lugar la primera la primera salida procesional, Jueves Santo. En esa primera estación de penitencia se nombra a la Virgen con la advocación del Mayor Dolor. Su primer recorrido es por la Puerta de Colodro, Alfaros, Plaza de la Compañía y Catedral. Los penitentes de la Hermandad visten túnicas moradas sin cubre rostros y portan cirios.
En el 1818 se produce un enfrentamiento en pleno desfile procesional entre el hermano mayor con otros cofrades, que optan por abandonar las imágenes en plena calle y han de ser los hermanos carmelitas y algunos fieles los que las retornen a su Templo. Este suceso provoca la disolución de la Hermandad. La reorganización de la Cofradía vino dada por la escasez de recursos para presentar a Jesús Caído el Viernes Santo; por ello, cofrades del Alcázar Viejo intentan llevarse la imagen y afrontar ellos los gastos de procesión. Esto provoca una reacción de todo el barrio de Santa Marina, cuyos vecinos se constituyen de forma espontánea en Hermandad, nombrando al sacristán de Santa Marina, Francisco de Paula Valenzuela, hermano mayor. Así es como el Viernes Santo de 1851, Jesús Caído participa en la procesión oficial e incorporan en los desfiles siguientes a la Virgen, Nuestra Señora del Mayor Dolor.
En 1874 Manuel Taguas Reyes, es nombrado hermano mayor cuando la Hermandad se encuentra en una situación pujante, llegando a realizar estación de penitencia en solitario el Jueves Santo, además de participar en la procesión oficial del Viernes.
La vinculación con la tauromaquia y con los estudiantes del colegio Virgen del Carmen, a espaldas del convento San Cayetano, son algunas de las características más notables. De hecho, la presencia de toreros en su nómina de hermanos ha sido una de las tónicas generales a partir del siglo XIX.
En 1862, el primer matador de toros en ser directivo fue José Dámaso Rodríguez “Pepete", tío abuelo de “Manolete". Tras él llegaría Rafael Molina Sánchez “Lagartijo", que daría fama a la “Hermandad de los Toreros", depositando su confianza en el vice hermano mayor Rafael Hidalgo Rodríguez, que consigue aumentar los ingresos de la Hermandad significativamente. En este año se estrenan unas andas para Jesús Caído y se restaura la imagen.
Finalizada la Guerra Civil en España, la dictadura franquista se muestra propicia a las celebraciones de carácter religioso, entre ellas la Semana Santa. Las Cofradías reciben un fuerte impulso aumentando el número de hermanos y fundándose o reorganizándose otras.
En el 1939 y tras un periodo de decadencia, la Hermandad de Jesús Caído elige a un hermano mayor del barrio de Santa Marina, cuyo futuro parece empezar a vislumbrase como el de uno de los matadores de toros que mayor fama y renombre alcance en la historia del toreo, su nombre: Manuel Laureano Rodríguez Sánchez “ Manolete". La llegada del diestro cordobés a la Hermandad supone un nuevo impulso que se plasma en la realización de un nuevo paso para la imagen de Jesús Caído, y por otra parte la consolidación de la popularidad de la Cofradía con un aumento considerable del número de hermanos.
Letras de saetas:
¡Capataz! Por Dios te pido
dile a tus costaleros,
que sobre sus hombros heridos,
llevan al Cristo de los toreros
Nuestro Padre Jesús Caído,
La sangre corre por tu frente
solo mirarte da frio,
Cordero Inocente
Padre Jesús Caído
te condenan a muerte.
De San Cayetano has salido
entre saetas y rezos,
y al cerrase han crujido
las puertas de tu Templo
Padre Jesús Caído.
Te negaron tres veces
Padre Jesús Caído,
¿Cómo pudieron atreverse?
si tú eres el mejor nacido
y orgullo de los cordobeses.
Antonio Rodríguez Salido. –
Compositor y letrista. –Escalera del Éxito 176. -
Fotografías, Montaje y Editor
Escalera del Éxito 254
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