NOVILLERO CON REAÑOS
Es un novillero con reaños. Se lo ha ganado todo a pulso y sin ayuda de ningún tipo, aunque, por desgracia, en la Tauromaquia actual no es mucho lo que se puede alcanzar de esta forma. El jiennense Fernández Ríos lleva ya varias temporadas de capea en capea por los pueblos de la provincia de Jaén y limítrofes, donde lidia auténticos toros en punta y con un trapío muy por encima de su nivel taurino profesional. Y sin importarle nada los inmensos morlacos ni los astifinos pitones que tengan delante. Es un ejemplo más de un diestro vocacional de verdad, pero también es otra triste muestra de las grandes injusticias cometidas en el toreo.
Los empresarios no le dan ninguna oportunidad, porque no puede ni quiere pagar el injusto, ilegítimo y vomitivo 'impuesto revolucionario' exigido a menudo en su escalafón para entrar en un cartel. La dignidad es lo primero para él, cómo debe ser. Antonio Luis es un modelo también de sencillez, humildad, honradez, coraje y entrega a su afición. No tiene antecedentes taurinos, aunque en su familia hay muy buenos aficionados. Su abuelo fue quién lo llevó por primera vez a una plaza de toros. Su padre es agricultor y su madre es peluquera y costurera, además de ama de casa. No les sobra el dinero ni mucho menos, pero sí la ilusión y la modestia.
Fernández Ríos nació en 1999 en una localidad muy torera, Pegalajar, cuya peculiaridad es que su principal y más simbólico lugar no es ni una plaza, ni una iglesia, ni un palacio, ni una avenida, ni un parque, ni el ayuntamiento siquiera. Es una gran charca, que sirvió para regar durante siglos sus apreciadas huertas, que fueron su principal riqueza y medio de vida de sus laboriosos habitantes. Ahora lleva años seca, debido a numerosos sondeos ilegales, que se han cargado el nivel freático de la fuente 'La Reja', la que le suministra el agua. Un pequeño municipio, situado en la comarca y el parque natural de Sierra Mágina, que cuenta con una peña taurina de mucha raigambre y preocupada por defender de verdad la integridad del toro bravo.
Antonio Luis inició su trayectoria taurina con sólo 12 años de edad, cuando vio entrenar a unos amigos de la Escuela Cultural de Tauromaquia de Jaén, y se animó a apuntarse como uno de sus alumnos. A los 15 años toreó su primer becerro en público en la coqueta plaza de su tierra, donde también debutó de luces el 6 de agosto de 2017, con erales de la ganadería jiennense de 'Los Ronceles'. Triunfó después en varios cosos andaluces y del norte de España, además de meterse en las semifinales del Certamen de Novilladas sin Picadores de Andalucía. Su primer festejo con picadores fue el 7 de septiembre de 2019 en Torreperogil (Jaén), junto al local Pedro Gallego y su paisano Gómez Valenzuela, y con utreros también de 'Los Ronceles'. Ha hecho ya el paseíllo en cosos importantes, como el de Jaén, y hasta de primera categoría, como el de Córdoba, pero en este último de sobresaliente.
Este novillero jiennense está claro que tiene 'la moneda', pero le va a costar muchísimo cambiarla, si es que alguna vez le dan la oportunidad de ello. Ha sufrido injusticias hasta en su pueblo, donde siempre ha triunfado y cuenta con un buen número de seguidores, pero la envidia, las influencias políticas, el poder económico y la prepotencia son muy malas. Tiene también la desgracia de que ya no existen los 'veedores' de futuros diestros por esos pueblos de la España rural, profunda y bonita, donde aún se dejan la piel y muestran un valor inconmensurable ilusionados e infatigables chavales como Fernández Ríos.
"Para mí ser torero es una forma de vida distinta a las demás, porque se debe vivir por y para el toro. La responsabilidad, la incertidumbre, el miedo, las ganas o la alegría provocan un cúmulo de sensaciones que hacen que vestirme de luces sea algo especial e indescriptible", comentó en una de las pocas entrevistas que ha tenido la oportunidad de aparecer en la prensa, porque también los medios de información olvidamos a jóvenes luchadores e incansables como Fernández Ríos. A pesar de que, cada día que le dejan ponerse delante de un animal bravo, lleva a rajatabla que el toreo es el arte milenario y el rito legendario que mejor expresa la vida, la muerte, la astucia, el terror, la agonía, la inteligencia o el buen gusto.
Antonio Luis no cejará nunca en su empeño de llegar a ser matador, a pesar de que ya le han propuesto pasarse a profesional de 'plata', pero él sigue empeñado en demostrar que el 'oro' no es sólo el color del dinero, sino también el de la ilusión, las ganas, la entrega, la humildad, el valor y la honradez en la Tauromaquia. ¡¡¡Suerte, torero!!!
Antonio Cepedello
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