lunes, 20 de octubre de 2025

   UN VETERINARIO DE RAZA




Es un veterinario de raza. Manuel Díaz-Meco, a pesar de sumar ya cerca de 90 años de edad, no hay día que no comparta una interesante y enriquecedora charla de toros con el agraciado que se encuentre con él, porque es un pozo infinito de sabiduría taurina. Somos ya numerosos los aficionados a los que nos ha enseñado muchísimas cosas del animal más bravo y bello no sólo del mundo, sino de la historia universal también. Sus últimos afortunados alumnos fueron los de la Escuela Cultural de Tauromaquia de Jaén, hasta que tuvo que dejar de darles sus magistrales clases debido a sus actuales problemas de salud.

Vallisoletano de nacimiento, porque vino al mundo allá por 1936 en Valdenebro de los Valles, pero jiennense de adopción desde que a mediados del siglo pasado llegó a esta provincia para sanar a su fauna salvaje, agrícola y doméstica. Estudió en la Facultad de Veterinaria de Madrid. Se especializó después en Nutrición Animal, además de diplomarse en Inseminación Artificial y en Sanidad. Sacó pronto las oposiciones de su profesión. 

Su primer destino laboral le unió ya al sur de España, porque le trajo a Montejícar (Granada). Su gran capacidad de trabajo, su intensa vocación y sus buenas cualidades le permitieron ser nombrado jefe del Centro de Inseminación de la Escuela de Capacitación Agraria de Marmolejo (Jaén). 

Sus ascensos no acabaron ahí, porque después fue elegido como jefe del Servicio Provincial de Ganadería en Jaén. Este cargo lo ocupó entre 1971 y 1977, mientras que desde 1979 a 1983 lo hizo en esta misma entidad de Andalucía Oriental, donde es académico fundador de su Real Academia de Ciencias Veterinarias. Es también Comendador de Número de la Orden Civil del Mérito Agrícola, además de presidente de honor del Colegio Oficial de Veterinarios de Jaén. Y corto, porque detallar su curriculum al completo sería interminable. Todos sus párrafos se encuentran llenos de logros, méritos y honores.

Díaz-Meco impuso seriedad en la presentación de los toros en la plaza de 'La Alameda', y en las de otras localidades jiennenses, además de la capital. Su función de asesor veterinario de los presidentes de festejos se dejó notar durante varias décadas, con la lidia de un ganado en condiciones, con un gran respeto al público en general y a los aficionados en particular. 

No le temblaba el pulso cuando se trataba de echar para atrás las reses con sospechas de 'afeitado' en sus pitones, con muestras de debilidad, trapío sin rematar o indicios y pruebas de sufrir cualquier herida, padecer una lesión o enfermedad. Todo lo que pudiera mermar la fortaleza y juego en el ruedo no se le escapaba al ojo y el instinto de Don Manuel, como lo llaman los toreros. Tuvo que lidiar con muchos empresarios y apoderados, pero nunca se dejó amedrentar por sus duras y fuertes presiones para aprobar las reses a lidiar.

Es un inmenso placer y gusto compartir largas y distendidas charlas con este veterinario vallisoletano-jiennense, que no tiene nunca prisas ni excusas cuando se trata de contar sus infinitas experiencias y anécdotas ocurridas durante su trayectoria profesional y vida personal, que siempre ha llevado muy unidas por su gran vocación. Sabía reconocer casi al instante la cojera de un toro, una herida interna por cornada o los problemas de visión, cuando nadie más los percibía en los corrales. Aplicar luego estos conocimientos, por muy bien que te los explique él, es algo imposible, porque nos falta la sapiencia y experiencia de este magno veterinario. Y cuento esto por experiencia personal.

Un certamen de la Escuela Cultural de Tauromaquia de Jaén, que suma ya 7 ediciones, lleva ya el nombre de Manuel Díaz-Meco, como un homenaje más que merecido a este gran profesional, buen aficionado taurino y mejor persona, que ahora la vida le pasa la normal, lógica y habitual factura de su avanzada edad. Fuerza y ganas no le faltan para darle cada día una ceñida verónica o un lento natural al destino, pero también le vienen muy bien todos los 'olés' de ánimo que le podamos mandar los que tanto nos ha ayudado siempre para entender la Tauromaquia y la Humanidad de verdad.

 ¡¡¡Va por ti, Don Manuel!!


Antonio Cepedello 

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