martes, 23 de diciembre de 2025

 NAVIDAD TAURINA




La Tauromaquia y la Navidad son dos ritos milenarios que comparten simbología y significado desde el inicio de la civilización cristiana. Son dos acontecimientos legendarios que exaltan la vida y lo inevitable que conlleva, como es la muerte, aunque no una muerte banal, sino una muerte que salva a los demás. Es decir, una vida redentora y salvadora, más que justificada y plena, aunque ahora muchos falsos 'progres' pongan en duda la trascendencia vital del martirio redentor.

Los creyentes afirman que Jesucristo vino al mundo para redimirnos a todos, mientras que cada toro bravo que fallece en una plaza salva a cientos de miembros de su especie, y a la especie misma, como lo demuestra el hecho que estos animales han desaparecido donde no se celebran espectáculos taurinos.

El sacrificio de la vida del considerado como hijo de Dios es alabada y ensalzada todos los días en  la eucaristía de la liturgia de las misas católicas. Su sufrimiento, flagelación y crucifixión también lo es durante la Semana Santa. Todo para agradecerle que de esa forma salvara tanto a cristianos como a ateos.

Los toros que salen a un ruedo también son ovacionados, vitoreados, premiados e incluso indultados por una entrega que mantiene vivos a miles de sus congéneres. Es cierto que, en el rito legendario de las corridas, los hombres actuamos de 'dioses' al decidir sobre la vida y la muerte de estos animales. Pero también es cierto que lo hacemos con el resto de las especies de la fauna y la flora, porque todos son seres vivos, desde que los humanos nos consideramos los reyes y amos de la Tierra y hasta del Universo. No existe ninguna especie conocida que no haya sufrido nuestra domesticación, manipulación, daños e incluso el exterminio de millones y millones de ellas. 

Todo esto lo hemos hecho a nuestro antojo y conveniencia. Y el que diga lo contrario falta a la realidad contrastada, por hipocresía, ignorancia o mala fe. ¿En qué se parece ahora un perro, un caballo, una vaca, una cabra y el resto de animales y vegetales a los de su misma especie antes que les pusiéramos las manos encima? 

No quiero extenderme más en este asunto, porque estamos en tiempo de gozo y alegría para todos, donde nos reunimos en familia para celebrar este entrañable e importante acontecimiento anual, como hacemos cada tarde de corrida los aficionados taurinos. Y no lo olvidemos tampoco, Jesucristo nació en un pesebre, donde también nos nacen todas las ilusiones a los seguidores y fieles del espectáculo más bonito del mundo.  "El toreo es un acto de fe en el arte, en el juego y en Dios", como dijo el inolvidable escritor José Bergamín.

!!!Feliz Navidad para todos!!!

Antonio Cepedello

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